El pasado 19 de noviembre a las 3:26 de la mañana, hora local, un meteorito llamado 2022 WJ1 se estrelló sobre el sur de Canadá. Obviamente, y si estás leyendo esto, es porque no era un meteorito muy grande. 2022 WJ1 tan solo dejó el espectáculo de una bola de fuego cruzando el cielo nocturno al sudeste de Ontario.
La noticia realmente importante por una vez no es que un meteorito se estrellara contra la Tierra. Lo importante es que fuimos capaces de detectarlo con alrededor de cuatro horas de antelación. Los astrónomos del Observatorio Mount Lemmon encontraron el pedazo de roca espacial que hasta entonces nos era completamente desconocido. En cuestión de minutos, dieron la voz de alarma y fueron capaces, con la colaboración de varios telescopios más pertenecientes al programa Catalina Sky Survey, de calcular con precisión la trayectoria de 2022 WJ1, el momento en el que impactaría, y el lugar de la Tierra en el que iba a hacerlo.
Para las 05:38 UTC (casi tres horas antes del impacto), los astrónomos ya habían calculado la trayectoria con precisión y habían informado al Centro de Planetas menores de la Unión Astronómica Internacional. El impacto del meteorito y su destrucción al entrar en la atmósfera tuvo lugar a las 08:26 UTC. Es probable que algunos fragmentos del meteorito hayan caído por la zona del Lago Ontario. Los astrónomos planean peinar la zona para tratar de encontrarlos para su estudio.
La coordinación a la hora de estudiar y catalogar este asteroide no solo es importante desde el punto de vista científico (permite estudiar de cerca su entrada en la atmósfera). Además es crucial para nuestra supervivencia el día en el que lo que los astrónomos detecten no sea una pequeña roca sino un monstruo capaz de provocar daños importantes allá donde caiga o incluso de desencadenar un evento de extinción a escala global.
De momento no es que podamos hacer mucho si eso sucediera porque no hemos desarrollado aún los medios adecuados para neutralizar un meteorito con tan poca antelación, pero el hecho de poder detectarlo, así sea horas antes de su impacto, es una ventana abierta a la esperanza. De hecho, y según la Agencia Espacial Europea, es solo la sexta vez en la que los observatorios de la Tierra logran detectar un meteorito poco antes de su impacto. Los anteriores fueron 2008 TC3, de cuatro metros, 2014 AA, de tres metros, 2018 LA, también de tres metros, 2019 MO, de 6 metros, y 2022 EB5, de dos metros. Si te fijas en las fechas verás que cada vez somos capaces de detectar estos objetos con mayor frecuencia.
Hasta la fecha hemos catalogado más de 30.656 objetos cercanos a la Tierra o NEOs como se los conoce por sus siglas en inglés. La cuestión es que ninguno de ellos representa un peligro inmediato. Ese peligro son precisamente los que aun no hemos detectado y aparecen de la nada en ruta de colisión directa y con solo unas horas o días de preaviso. Tan solo cabe esperar que lo que encontremos no sea algo como lo que provocó el cráter más grande hallado nunca en la Tierra en los últimos 100.000 años.