El ser humano es, probablemente, el mayor factor de cambio en los ecosistemas terrestres de las últimas decenas de millones de años. La actividad humana está generando un cambio global sin precedentes a través de la fragmentación de hábitats, la emisión de contaminantes, la sobreexplotación de recursos, la introducción de especies invasoras y el cambio climático, que afecta a todos los niveles.
Cada cierto tiempo, nuevos estudios muestran cómo la presencia del ser humano afecta a distintas comunidades de seres vivos, pero hay determinados ambientes que están mucho menos estudiados que otros. Aunque las poblaciones de carroñeros son esenciales en el mantenimiento de los ecosistemas, sus interacciones con el ser humano están poco estudiadas.
Recientemente, un grupo de investigadores españoles liderado por Adrián Orihuela-Torres, de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante) ha publicado los resultados de una investigación donde analizan de qué manera el turismo al aire libre altera el comportamiento de los carroñeros y su actividad de eliminación de la carroña.
Estudiando los carroñeros en un parque natural
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Animal Conservation, examina el impacto de la recreación al aire libre sobre el conjunto de carroñeros vertebrados y los patrones de carroñeo en el parque natural de El Fondo, un humedal mediterráneo protegido, situado entre Elche y Crevillent, en la provincia de Alicante el sureste de España.
Para realizar el estudio, los investigadores colocaron 185 cadáveres monitoreados con cámaras trampa, entre febrero de 2020 y mayo de 2021, en dos áreas delimitadas: una zona con acceso público, donde los visitantes pueden entrar libremente y realizar actividades recreativas al aire libre, y un área restringida, que servía como zona de control, donde están prohibidas las visitas.
Los efectos de la presencia humana
Uno de los resultados más llamativos del estudio es que la presencia humana genera cambios drásticos en la composición de especies y el comportamiento de carroñeros. Las especies grandes fueron las más afectadas por las actividades recreativas: aves rapaces y zorros vieron disminuída su actividad en gran medida, y los jabalíesdesaparecieron totalmente de estos entornos. Por el contrario, gaviotas, urracas y otras aves de mediano o pequeño tamaño se vieron favorecidas por los visitantes.
Las poblaciones de distintas especies proporcionan el equilibrio necesario para el buen estado de un ecosistema silvestre. Un jabalí, un buitre, una gaviota y una urraca ocupan nichos ecológicos distintos; cada uno tiene su función en el proceso de carroñeo, y si algunos son favorecidos y otros perjudicados puede alterar la eficiencia en la limpieza de la carroña.
El efecto sobre las aves rapaces ha despertado la curiosidad de los investigadores. El humedal de El Forno es una zona de invernada para muchas especies de rapaces. «Esto es muy interesante porque su área de distribución es muy extensa y pueden moverse libremente por todo el parque natural, pero son reacias a alimentarse en la zona de acceso público», aseguran los investigadores.
Pero hay otro factor aún más llamativo. La presencia de especies no nativas en el carroñeo, especialmente la rata parda y el gato doméstico —en poblaciones ferales—, resultan increíblemente favorecidas por la presencia humana. Ambos animales tienen comportamientos potencialmente invasores, y esta forma de interacción positiva con la presencia humana puede convertir estas áreas en focos de expansión de estos animales, que pueden causar impactos graves en la biodiversidad de áreas sensibles. Estas especies no nativas carroñan cuatro veces más en áreas con acceso al público, que en áreas restringidas.
Los efectos sobre la carroña consumida
Los carroñeros en la naturaleza cumplen una función vital: eliminar los cadáveres y recircular los nutrientes que en ellos se retienen, de vuelta al ecosistema. Son los limpiadores de la naturaleza. Como ya se ha comentado, cada especie está especializada en una parte del carroñeo. El zorro suele consumir carne y vísceras más o menos expuestas, mientras el buitre se alimenta de partes inaccesibles entre el esqueleto y el jabalí consume casi cualquier cosa, incluso huesos.
El cambio en las poblaciones altera los hábitos de consumo de la comunidad de carroñeros. Si el animal que se encarga de una parte concreta del proceso de carroñeo no se acerca, esa parte no se cumple.
Según el estudio realizado en El Fondo, en las áreas restringidas al público los animales consumieron casi el 70 % de la carroña a su disposición, pero en las zonas con acceso al público, el carroñeo se redujo a menos del 47 %. Además, en entornos restringidos, los animales consumían mayor biomasa y en menos tiempo.
Para los investigadores, la ausencia de los grandes carroñeros en estos entornos, sumado a la introducción de carroñeros pequeños no nativos, puede causar efectos en cascada trófica que, de perpetuarse, serían muy dañinos para la conservación de los ecosistemas, y particularmente, de los humedales, que funcionan como refugio de la biodiversidad.
La importancia de la regulación del turismo
Finalmente, y a la luz de los resultados obtenidos, el estudio destaca la importancia de regular el turismo de las zonas protegidas. En palabras de los investigadores, «Hemos demostrado que la recreación al aire libre no sólo altera la comunidad de vertebrados carroñeros terrestres en un humedal mediterráneo, sino que también afecta negativamente al consumo y eliminación de carroña, un proceso ecológico clave del ecosistema, lo que pone de relieve la urgencia de regular el turismo en las áreas protegidas».
Aunque es necesario y beneficioso el contacto con la naturaleza para el bienestar humano, las áreas protegidas son refugios para la biodiversidad y albergan un gran número de especies amenazadas. Es urgente preservar, no solo las especies, sino todo el ecosistema, incluyendo los procesos ecológicos que se desarrollan en él. Los espacios protegidos no deben convertirse en ‘zoológicos al aire libre’, donde los animales dependan del ser humano para mantenerse. Según el grupo de Orihuela-Torres, debe garantizarse la conservación de la biodiversidad de forma completa, y en áreas protegidas eso implica mantener zonas restringidas al acceso público.
En espacios naturales grandes, es relativamente sencillo, sin embargo, en entornos pequeños es fácil que toda el área protegida se encuentre próxima a algún municipio o a alguna zona de paso. Incluso en esas condiciones, es imprescindible establecer áreas de acceso restringido que sirvan de refugio a las especies más sensibles a la actividad humana para preservar las funciones ecológicas.