Cuenta atrás para que podamos utilizar uno de los grandes balcones con vistas al universo y sus secretos, un mirador privilegiado desde el que poner a prueba las teorías de Einstein, comprender mejor la formación de las galaxias y la naturaleza de la materia oscura o buscar vida más allá de esta pequeña esquina del cosmos a la que llamamos Tierra. Acaba de arrancar la construcción de Square Kilometre Array, más conocido por sus siglas, SKA, el mayor observatorio de radioastronomía.
El arranque de los trabajos culmina años de planificación y desvelos y promete una amplio abanico de posibilidades a medida que se complete. «Es un gran salto adelante», reconocen los expertos.
¿Qué es el Square Kilometre Array? Pues el mayor observatorio de radioastronomía del planeta, con un área de recolección de cientos de miles de metros cuadrados que le darán una sensibilidad y resolución notables cuando lo usemos para sondear el universo. En cuanto al rango de frecuencias, el sistema operará desde los 50 megahercios (MHz) hasta los 15,4 gigahercios (GHz), un amplio espectro para sus estudios que, entre otras cosas, le servirá para detectar señales débiles.
Aunque en un inicio se planteó como un telescopio gigante, en 2012 se acordó dividirlo en dos instrumentos que le permiten abarcar ese abanico de frecuencias: SKA-Mid, con 197 antenas que se extenderán a lo largo de 150 km en la región sudafricana de Karoo; y SKA-Low, con 131.000 antenas en Murchison, Australia, donde se repartirán en más de 500 conjuntos de 256 antenas. Al SKA-Mind se incorporará además el telescopio MeerKAT, que hace no mucho nos dejaba una impresionante imagen del centro de nuestra galaxia. Ambos lugares se escogieron siguiendo criterios técnicos y científicos, como las características de la atmósfera. La sede está en Reino Unido.
“Un gran salto adelante”. Así lo definen sus promotores, que recalcan que el Square Kilometre Array supondrá “un gran salto adelante en ingeniería, investigación y desarrollo” y lo presentan como “uno de los esfuerzos científicos más grandes de la historia”, con la participación de investigadores, ingenieros y legisladores de primer nivel y una movilización internacional. Detrás hay una decena y media de países y en el diseño y desarrollo participan un centenar de organizaciones.
“Permitirá vigilar el cielo con un detalle sin precedentes y estudiarlo en su totalidad mucho más rápidamente que cualquier otro sistema existente en la actualidad. Su configuración única dará al SKA un alcance inigualable en las observaciones, superando ampliamente la calidad de resolución de imagen del telescopio espacial Hubble”, recalcan los responsables del proyecto.
Un inicio que supone ya un logro. El arranque de las obras se ha celebrado con ceremonias en Murchison y Karoo a las que han asistido delegaciones de los países que lideran la iniciativa, pero el inicio de la construcción es algo más que un punto de partida. Representa ya de por sí un logro. “Ha sido un viaje de 30 años. Los primeros diez se dedicaron al desarrollo de conceptos. Los segundos al desarrollo de tecnología. Y luego, la última década se dedicó al diseño detallado, seguridad de los sitios, lograr que los gobiernos aceptaran establecer una organización de tratados y proporcionar fondos para comenzar”, explica a BBC News el profesor Phil Diamond, de la Organización SKA.
Además de esfuerzo, el proyecto requiere también una inversión notable. En la web de SKA se detalla que, al menos en 2020, el cálculo de costes, incluida la construcción y su primera década de operaciones, rondaba los 1.900 millones de euros. En el canal BBC se apunta que el presupuesto de construcción final se acercaría a los 2.000 millones. Un comunicado de 2021 en el que se avanzaba el visto bueno al inicio de las obras, el Ministerio de Transportes de España, que participa en el Consejo de Dirección del SKA, reseñaba un presupuesto de construcción de 1.500 millones.
¿Y a partir de ahora, qué? “Esperamos tener excavadoras en el sitio a principios del próximo año. Nos llevará hasta aproximadamente 2028 construir todo el telescopio”, explica Sarah Pearce, una de las responsables del proyecto. Ese será el año —precisa Nature— en el que se complete la primera fase de SKA, de 1.300 millones de euros. En la página web del proyecto puede consultarse un cronograma que se extiende hasta lo que resta de década y contempla las diferentes fases.
El objetivo: disponer de miles de antenas parabólicas en Sudáfrica y los países socios africanos y un millón en Australia hasta alcanzar un área total de recolección de un kilómetro cuadrado. En 2024 debería tener ya cuatro platos en Australia y seis estaciones de antena en Sudáfrica operativas.
¿Qué podremos esperar del SKA? Un mayor conocimiento del universo. Nada más, nada menos. El objetivo del observatorio es arrojar luz sobre algunos de los principales misterios de la astronomía, como la naturaleza de la materia oscura o si estamos solos en el universo, además de comprender mejor la formación de las primeras estrellas y galaxias justo después del Big Bang. También nos permitirá poner a prueba la teoría seminal de la relatividad de Albert Einstein.
“Nos ayudará a estudiar las galaxias cercanas con gran detalle y detectará directamente el flujo de gas hacia las galaxias y los procesos que conducen a la formación de estrellas”, señala Erwin de Block, astrónomo del Instituto Holandés de Radioastronomía, a Nature sobre el SKA-Mid.