Aun a pesar de que el asistente de voz está lejos de convertirse en la tecnología disruptiva que soñó en su día Jeff Bezos, de que la multinacional ha dejado atrás un 2022 complejo y encara un 2023 lleno de retos, de sus recortes de plantilla en un intento por aligerar gastos y de las filtraciones que apuntaban a que una de las secciones que más ha padecido ese tijeretazo es la de Dispositivos y Servicios, la misma que se encarga de supervisar el desarrollo de productos como Alexa, los altavoces Echo o Kindle, la multinacional ha querido lanzar un mensaje contundente al público: sigue «comprometida» con su asistente de voz.
¿Quién ha dicho rendirse? Eso es básicamente lo que acaba de decir Amazon. Y con una claridad e insistencia con la que parece querer acallar las voces que han cuestionadi su apuesta por Alexa. Durante una entrevista concedida hace días a la CNBC, el vicepresidente sénior de dispositivos y servicios de Amazon, David Limp, insistió en que la firma no ha renunciado a su asistente.
Incluso con “una economía muy incierta” como telón de fondo, que obliga a una mayor disciplina en el manejo de los costes, la empresa sigue “totalmente comprometida” con la unidad de Alexa. “Todavía hay miles y miles de personas trabajando en este proyecto”, recalcó Limp en el Consumer Eelectronics Show de Las Vegas: “Es un gran proyecto”.
El mensaje compartido con la CNBC es prácticamente calcado al que publicaba ya a mediados del mes pasado Bloomberg citando al mismo directivo. La idea era entonces idéntica: despejar dudas sobre la apuesta por el ecosistema Alexa pese al recorte de empleados. “¿Hay una falta de compromiso con el negocio de dispositivos y servicios de Amazon? Se mire por donde se mire, la respuesta es no”, recalcó Limp antes de tildar los despidos de “evento doloroso”.
El directivo garantizó que el compromiso con Alexa ha estado aumentando. Y aun admitiendo que el grupo de dispositivos todavía no resulta rentable, cuestionó que —como deslizaba hace poco The Wall Street Journal— las pérdidas operativas de los últimos años ronden los 5.000 millones de dólares. “Creo que el impulso de monetización de Alexa va por buen camino”, zanjaba Limp.
Las declaraciones de Limp llegan en un momento fundamental, después de que medios de alcance internacional, incluidos TWST, The Guardian o Ars Technica dibujasen un horizonte complicado para Alexa. En otoño Business Insider publicaba que Worldwide Digital, la división de Alexa, perdió unos 3.000 millones de dólares solo durante el primer trimestre de 2022, la “gran mayoría” asociadas con el asistente de voz. Uno de los ex empleados consultados por el medio tildaba directamente el proyecto de “fracaso colosal”. Incluso deslizaba que el equipo de hardware iría camino de registrar unas pérdidas mucho más abultadas al cierre del ejercicio.
A lo largo de los últimos meses también circularon noticias sobre el tijeretazo que Amazon habría dado a la división encargada de Alexa como parte de su plan, desgranado por The New York Times, de prescindir de 10.000 trabajadores. Limp asegura que en su división los despidos afectaron a “mucho menos de 2.000 personas”, bajas que estarían repartieron de manera uniforme entre los grupos centrados en Alexa y otros equipos.
El ejecutivo asegura que, en un contexto de “incertidumbre”, la compañía evaluó la relación “riesgo-recompensa” de algunos proyectos, además de “qué podían ofrecer a los clientes”. “Parte de eso fue en Alexa, parte en otras áreas de mi organización”, detalla. Lo cierto es que sus declaraciones en el CES llegan solo unos días después de que la propia CNBC publicase que los planes de despido de Amazon serían mayores de los previstos y afectarían, en total, a más de 18.000 puestos.
¿Qué pasa con Alexa? He ahí el quiz de la cuestión, la pregunta fundamental. A principios de noviembre, coincidiendo con su cuarto aniversario en España, la compañía sacaba pecho sobre la implantación de su asistente, con 11.000 millones de interacciones en todo el país y un crecimiento de usuarios de más del 40% en cuestión de un año. Con esos datos, ¿por qué han salido filtraciones que dibujan un escenario complejo para el asistente de voz, lanzado en EEUU ya en 2014?
La clave estaría en un factor clave: su rentabilidad. Dispositivos como Echo se venden a precios ajustados porque el objetivo de la compañía no es hacer caja con su facturación, sino usarlos como una puerta, con ayuda de Alexa, para que los clientes accedan al ecosistema de Amazon y puedan realizar compras. El problema es que —al menos en 2016— los clientes recurrían a ellos para otros usos, como la búsqueda de información, consultas sobre el tiempo o reproducción de música.