Alejandro Sanz vuelve y lo hace con su canción más personal escrita nunca: Bio. Un tema que será el kilómetro cero de su nuevo álbum y del que esta medianoche ha publicado el vídeo. Una canción que es prácticamente un spoken word, más declamada que cantada, en la que por los treinta años desde que despegó a lo grande su carrera con el disco Viviendo deprisa repasa aspectos claves de su infancia y adolescencia, de sus padres, de sus compañeros, de sentirse el “rarito” y de cómo la música le salvó: “Sabía que la música era lo que me sacaría del lodo”.
Y es que Bio, un ejercicio de libertad conducido por la palabra y aliñado con piano, cuerdas y acústicas, es toda una declaración de intenciones sin guardarse nada en el tintero. Es Alejandro Sanz, que apenas hace cuatro días descubrió su estrella de la fama en Hollywood, confesándose frente a todo el mundo después de tantos años de carrera y siendo transparente para que la gente sienta y vea sus sentimientos, explican desde la discográfica Universal, y añaden que “lo que emociona es que aunque se trata de su historia todos nos vemos reflejados y pensamos en nosotros mismos, en nuestra vida”.
Bio comienza recordando que “soy el hijo de María y de Jesús de Alcalá y Algeciras”, recuerda que de pequeño «siempre fui introvertido, tenía miedo, estaba ido, me gustaba la poesía, el flamenco y mi bujío», no le gustaba el fútbol y no tenía “muchos amigos, no era por mirarme el ombligo, era porque me atraía más que lo de fuera lo que tenía dentro metido”. Cuenta que «jugaba a veces en el barrio por no parecer extraño pero no encajaba bien con los malos que mandaban en el extrarradio», que siempre se vio “rarito” y que en la escuela se hizo “el malo creyendo que así no le darían más palos, pero me los llevé en la calle y en el corazón y en los rellanos”.
Evoca emocionado que “mi padre tocaba en un grupo” y recuerda que “mi madre luchaba en la casa, cuántas veces la vi luchando porque perdía la batalla, y cuando estallaba su impotencia se me clavaba en el alma”. «No me malentiendan, mi madre fue salvavidas y mi padre, aunque faltaba, también peleaba la vida», añade. Y reconoce que “la vida se fijó en mí y empecé a pensar en grande, a soñar” y admite que “sabía que la música era lo que me sacaría del lodo como si fuera ese tipo al que le llaman Frodo”.