Los impactos del cambio climático causado por la actividad humana son globales, afectan a todo el planeta, pero sus causas y sus efectos no se distribuyen de igual manera. La sequía, en muchos lugares, se ha convertido en un problema cada vez más frecuente, más recurrente y más extremo; áreas hoy ocupadas por bosques o praderas, es probable que en unas décadas estén desertificadas.
Si bien, la responsabilidad de abordar este problema a gran escala recae especialmente en los actores que generan las mayores emisiones, el ciudadano de a pie también puede desempeñar un papel relevante en la conservación del agua en su vida diaria.
Las medidas de siempre, que nunca se han de olvidar
No hay que olvidar algunas acciones simples y bien conocidas por todos: cerrar el grifo cuando no es necesario, por ejemplo, mientras nos cepillamos los dientes o enjabonamos la vajilla; o tomar una ducha en lugar de un baño.
Otra estrategia para reducir el agua de consumo doméstico es fregar el suelo con dos cubos. Uno, el cubo “limpio” con agua limpia y fregasuelos, y el otro, el “sucio”, solo con un poco de agua limpia. El proceso no es complicado: se empapa la fregona en el cubo “limpio”, y se da una primera pasada con ella al suelo. Si es necesario escurrir e insistir, se aclarará y escurrirá en el cubo “sucio”, para evitar ensuciar el “limpio”. Una vez pasado el suelo, se escurre bien la fregona en el cubo “sucio”, y se da una segunda pasada con la fregona seca para eliminar el exceso de humedad. Si es necesario escurrir, siempre en el “sucio”, de modo que en cada fregado se desechará poca agua, y la que queda en el “cubo limpio” puede servir para fregar al día siguiente.
Un punto importante para el ahorro de agua es su reutilización. El agua de hervir huevos o verduras —siempre que no lleven sal o aceite— sirve para regar las plantas. El agua del fregadero o el lavabo, si no sale muy sucia, se puede recoger y reutilizar para fregar suelo, y tras su uso, también se puede vaciar por el inodoro, reduciendo la cantidad de agua de descarga de la cisterna.
Otro aspecto interesante es disponer, en el inodoro, de una cisterna de doble descargaque permite desaguar el depósito a voluntad total o parcialmente, un volumen, el parcial, suficiente si se hacen necesidades menores. Además, si tras el uso del inodoro en necesidades mayores se vierte el agua del cubo de la fregona, probablemente base una descarga parcial para que quede limpio.
Tener buena relación agua-tecnología
Algunos electrodomésticos nos pueden ayudar a reducir el consumo de agua. Un lavavajillas lleno es mucho más eficiente que lavar la vajilla a mano. Además, este tipo de aparatos normalmente tienen programas diferentes, uno de ellos, el llamado ‘programa eco’, gasta menos agua y energía que otros.
Por el contrario, otros electrodomésticos tienden a desperdiciar mucha agua, y en un escenario de ahorro es conveniente evitarlos. Tal vez, el caso más extremo es el de los filtros de ósmosis, una tecnología que emplea unas membranas para retirar parte de las sustancias que el agua lleva disueltas; en el proceso se producen dos aguas, una limpia y purificada, y otra con mayor carga de solutos, que es desechada. Dependiendo de la eficiencia del aparato, por cada litro de agua purificada, un filtro de ósmosis puede desechar entre cuatro y diez litros de agua.
En España, la práctica totalidad de agua corriente de consumo está potabilizada y su contenido en solutos está dentro de los límites de seguridad, con mucho margen. Es decir, que estrictamente, estos filtros son innecesarios. Aunque hay personas que prefieren usarlos, porque el agua del grifo es muy dura o tiene cierto sabor desagradable. En este caso, es preferible utilizar filtros de jarra, que retienen los solutos, pero con los que no se desperdicia agua.
El consumidor como agente activo del ahorro de agua
Finalmente, el consumidor tiene un papel mucho más relevante: puede influir en el impacto sobre el recurso hídrico a través del propio consumo.
El mayor consumo de agua en España se encuentra en el sector agrícola y ganadero. Por ello, una medida que ayuda a reducir el consumo de agua es optar por productos de temporada, de secano o cultivados en zonas sin problemas de abastecimiento de agua. Además, disminuir el consumo de carne contribuye directamente a disminuir el uso de agua, aunque es importante tener en cuenta que la leche de vaca tiene una huella hídrica menor que las bebidas vegetales. También es crucial evitar el desperdicio de alimentos: en torno al 30 % de la comida que se compra en España, se tira, y con ella, se pierde toda el agua utilizada en su producción.
En otros hábitos de vida también pueden hacerse cambios. La ropa fabricada de algodón tiene un impacto hídrico enorme; fibras con menos huella hídrica son el sisal, el lino o el cáñamo.
Finalmente, en el ámbito del ocio hay un factor de concienciación importante: evitar lugares con un alto consumo de agua, como grandes resorts, parques acuáticos y campos de golf, y optar por alternativas vacacionales más sostenibles, como el turismo cultural o las opciones de playa o montaña, pueden reducir la huella hídrica de forma muy considerable.