Ha sucedido lo impensable: los Razzies, los niños malos de los premios cinematográficos, han tenido que regular su nominación a Peor Actriz a Ryan Kiera Armstrong, protagonista de la nueva adaptación de Stephen King ‘Ojos de fuego’, que en su día protagonizó Drew Barrrymore, ha levantado una oleada de críticas en redes sociales porque Armstrong solo tiene 12 años. Avergonzados por comportarse otra vez como los matones de la clase, la organización ha dado marcha atrás y ha pedido disculpas.
En un mundo especialmente sensibilizado con el bienestar psicológico de los niños parece inapropiado colgar el sambenito de Peor Actriz del Año a una cría. Por eso, tras el anuncio de los nominados de este año (donde hay ilustres como ‘Blonde’ en ocho categorías, o Tom Hanks en ‘Elvis’), las redes sociales se quejaron sonoramente de la innecesaria crueldad de nominar a Armstrong.
Por ejemplo, el actor de once años Julian Hilliard afirmaba que «los Razzies ya eran mezquinos y poco elegantes, pero nominar a una niña es simplemente repulsivo e inadecuado. ¿Por qué poner a una niña en riesgo de sufrir bullying o algo peor? Sean mejores». La reacción de la organización ha sido anular la candidatura, instaurar la mayoría de edad como obligatoria para el futuro y disculparse con un frío «lamentamos cualquier daño que [Armstrong] haya experimentado como resultado de nuestras decisiones». Pero lo sucedido este año no debe sorprender a nadie que conozca la lamentable trayectoria de los premios.
De hecho, la última metida de pata de los Razzis fue hace tan solo un año, cuando en su edición de 2022 crearon una categoría solo para Bruce Willis, ya que participó como secundario en ocho películas. Está claro que ‘American Siege’, ‘Apex’, ‘Cosmic Sin’ o ‘Midnight in the Switchgrass’ no van a pasar a la historia, pero la nominación adquirió un tono macabro cuando, solo un mes después, Bruce Willis anunció que se retiraba porque padecía afasia.
De nuevo a los Razzies les tocó dar marcha atrás el 1 de abril aunque ya habían otorgado el premio a ‘Cosmic Sin’. «Si el estado médico de alguien es un factor determinante en su toma de decisiones y/o en su interpretación, reconocemos que no es apropiado otorgarle un Razzie», afirmaban. Solo unos días antes, haciendo gala del mal gusto que siempre les ha caracterizado, los Razzies tuiteaban: «Los Razzies lamentan profundamente la enfermedad diagnosticada a Bruce Willis. Tal vez esto explique por qué quería despedirse por todo lo alto en 2021». El tuit, por supuesto, fue borrado poco después.
Revisar su historial es revisar unos cuantos premios a actores, actrices y creadores que han acabado siendo reconocidos no ya como acertados, sino como auténticos clásicos. Stanley Kubrick fue nominado a Peor director por ‘El resplandor’ en 1980, año de fundación de los anti-premios. También Shelley Duvall fue nominada ese año a peor actriz, en otra interpretación que ha acabado considerándose un clásico del género.
A mediados de los noventa, Jim Carrey fue nominado a Peor nueva estrella, justo cuando batía records de taquilla y sueldos con ‘La máscara’, ‘Dos tontos muy tontos’ y ‘Ace Ventura’. ‘El proyecto de la bruja de Blair’, hoy considerada una de las películas de terror más influyentes y escalofriantes de todos los tiempos, fue nominada a Peor película en el 2000. Danny DeVito fue nominado a Peor Actor secundario por su encarnación de El Pinguíno en ‘Batman vuelve’. Sylvester Stallone, un actor que ya no tiene nada que demostrar a ningún crítico, ha sido nominado a Peor actor en treinta ocasiones y Eddie Murphy a Peor actor de la década pásada.
La cuestión es que la larga lista de resbalones de los Razzies no delata solo un terrible mal gusto (no hacía falta ser ningún gourmet del terror para darse cuenta de que ‘La bruja de Blair’ estaba cambiando el género en el año 2000), sino también una actitud muy cobarde. No están ahí para señalar al emperador que va desnudo: los Razzies no les dan premios a Nolan, a Scorsese, a las películas de Marvel o a James Cameron.
Los Razzies, como han demostrado riéndose de películas que son fracasos de taquilla, de actrices de 11 años y de actores enfermos, son unos pelotas y no van a la contra de los Oscar, sino que sirven para reforzar las elecciones de estos. Un ejemplo obvio: han nominado a todo lo nominable de ‘Blonde’, salvo a Ana de Armas. Se ríen solo de lo que se les da permiso para reirse. Quieren ser iconoclastas y corrosivos, pero sin molestar a nadie. Los cargantes graciosillos de cada año.