El correcto uso y la carga adecuada son dos variables que no dependen tanto de la tecnología como sí de los consumidores. Para que la transición a la movilidad eléctrica sea más rápida, el mercado del usado debe crecer a un nivel que todavía no se vislumbra.
Aunque los autos eléctricos (EV) con baterías de iones de litio llevan ya más de 10 años en el mercado mundial de autos de producción en serie, esta no deja de ser una nueva tecnología dentro de la industria del auto.
La continua investigación y el desarrollo de distintos materiales y componentes ha permitido que se gane en capacidad energética, en autonomía y en seguridad, pero todavía el mundo debe comprobar algunas otras cuestiones relacionadas con el desecho final que generen al final de su ciclo de vida útil, y con la durabilidad real de estos acumuladores de electricidad que van colocados en el piso de los automóviles.
Un estudio reciente de Motorq, una empresa californiana de software que se especializa en aprovechar los datos de los autos conectados para analizar distintas variables de los usuarios, muestra que la tasa de degradación de las baterías de los autos eléctricos puede variar ampliamente, incluso tratándose de la misma marca y modelo de automóvil, así, mientras en algunos vehículos resisten bien el uso, en otros se deterioran más rápido de lo esperado.
La conclusión inicial es que los consumidores no tienen toda la información que deberían conocer para saber cómo, cuánto y cuándo cargar y usar la electricidad de las baterías en sus EV. Pocos saben cuánto puede variar la calidad y el rendimiento de las baterías de los vehículos eléctricos, y por lo tanto, son ellos los responsables indirectos de afectar su eficacia operativa y financiera.
Quizás los fabricantes deberían ser capaces de explicar de mejor modo a los clientes que así como las baterías de los teléfonos celulares y las computadoras portátiles tienen una vida útil determinada, y que el tiempo que dure esa utilidad antes de empezar a cargar menos y a descargarse más rápido depende de tenerlos enchufados más tiempo del necesario o directamente utilizar los dispositivos conectados a la red eléctrica, con los autos a batería ocurre algo similar.
Las baterías de iones de litio no deben ser cargadas al 100% permanentemente, porque eso acortará su vida. Por esa razón, muchos autos eléctricos tienen indicado el nivel de carga en 80%, y consideran el 20% restante como un remanente para uso en viajes largos o casos eventuales. De hecho, todas las especificaciones técnicas de los autos a batería señalan específicamente el tiempo de carga hasta el 80%, y muchos incluso son más específicos, indicando cuánto demanda recargar una batería entre el 20% y el 80%. Esto es precisamente porque de ese modo se cuida la durabilidad.
El otro gran punto que los consumidores deben conocer, es que los cargadores súper rápidos también atentan contra la vida útil de las baterías. No es necesario cargarlas siempre en cargadores lentos, pero ese es el modo de hacerlas perdurar más tiempo.
Lo que se debe ponderar a partir de esta situación de desconocimiento y eventual mal uso de los autos eléctricos, es que el costo de las baterías es muy elevado. Dependiendo del auto, marca y especificación de su tecnología, una unidad nueva para reemplazar la original puede costar entre 4.000 y 20.000 dólares, lo que genera un desequilibrio financiero para los propietarios.
En ese punto se llega al dilema de cambiar la batería o vender el auto y comprar uno nuevo. Pero entonces es ahí donde nace el segundo problema: el mercado de usados de autos eléctricos. Mientras no exista un software o una legislación que permita controlar el buen o mal uso de la carga de la batería, y permita así proyectar el tiempo que le queda (o la cantidad de cargas que todavía admite), los compradores se mostrarán reticentes a confiar en un EV usado. Y este es un verdadero freno para que los gobiernos logren una más rápida adopción por parte de los consumidores de la tecnología eléctrica y sustentable.
Los autos eléctricos son caros, las ayudas gubernamentales a través de subsidios o subvenciones ya han comenzado a disminuir por la necesidad de invertir ese recurso en mejorar la infraestructura eléctrica de los países que están comprometidos con atacar el problema del cambio climático, y el mercado de autos eléctricos usados no termina de despegar para ser una alternativa más accesible para más personas. Es parte de la transición que inevitablemente recorrerá la industria hasta entender todas las variables para reintentarse.