Al día siguiente del mortífero ataque de un misil ruso en el edificio en el que vivía en Dnipró, en el este de Ucrania, Roman Juravksy continúa buscando desesperadamente a su madre.
«Mi madre aún no fue encontrada. Pero la probabilidad, teniendo en cuenta que cinco pisos se desplomaron sobre ella…», comienza a decir, antes de detenerse.
Según el último balance de los socorristas el domingo por la noche, 45 personas seguían desaparecidas tras el derrumbe parcial del inmueble de nueve pisos. Por lo menos 30 murieron y 75 resultaron heridas.
La familia Juravsky esperaba sentirse segura al mudarse al edificio al inicio de la guerra, lejos de su región de Donetsk (este), escenario de los combates más duros del conflicto.
Tenían previsto ir a la iglesia el sábado, día del ataque, pero la madre, que se sentía mal, prefirió no hacerlo.
«Oí una fuerte explosión (…) Todo el mundo empezó a llamarse para decirme que era donde vivo», recuerda Roman Juravsky, cerca de las ruinas.
Corrió entonces para regresar a casa. «Vi una imagen terrible. Todo estaba cubierto de humo y polvo», afirma. Verificó en el hospital vecino, pero no había rastro de su madre.
A pesar de todo, está emocionado por el apoyo que recibió. Incluso extranjeros que vivieron experiencias similares lo han llamado, dispuestos a ayudarlo. «Quisiera decirle a cada uno cuánto les agradezco», asegura.
A su alrededor, los socorristas continúan buscando entre los escombros.
Se han levantado carpas en las cuales voluntarios distribuyen bebidas calientes y comida.
Larissa Borisenko es la jefa del equipo de perros entrenados para buscar personas en este tipo de circunstancia desplegado en el lugar. Sus perros encontraron seis cuerpos. Borisenko espera aún hallar supervivientes.