En el fondo del agua había un diente de megalodón, un monstruo marino de 16 metros de largo extinguido hace más de 3 millones de años. Qué dijeron los expertos en especies marinas.
Molly Sampson, de tan solo 9 años, descubrió en una playa de Calvert Beach, en Maryland un diente fosilizado de una de las especies acuáticas más importantes de la historia, mientras se encontraba de vacaciones de Navidad.
El medio BBC se hizo eco de esa noticia explicando que la menor le dijo a su madre que estaba “buscando a Meg”, mientras se encontraba con el agua hasta las rodillas. Y fue allí exactamente dónde lo encontró. Un diente perteneciente a la especie de tiburón Otodus megalodon, ahora extinta.
El diente que encontró Molly tenía 5 pulgadas de largo (12.7 centímetros), tan grande como su mano, según su madre, Alicia Sampson, quien compartió la noticia del hallazgo en Facebook.
La madre de la pequeña explicó en el posteo que Molly y su hermana Natalie, querían “ir a cazar dientes de tiburón como profesionales” y habían pedido botas de pesca con aislamiento en el pecho como regalo de Navidad.
Casi tan pronto como recibieron sus regalos y terminaron sus desayunos el 25 de diciembre, se dirigieron a las costas de los cercanos acantilados de Calvert con su padre Bruce.
Tras el hallazgo la familia llevó el diente al Museo Marino de Calvert, cuyo departamento de paleontología confirmó la identidad del tiburón y felicitó a la “futura paleontóloga” en Facebook.
“La gente no debería tener la impresión de que dientes como este son comunes a lo largo de Calvert Cliffs”, dijo Stephen Godfrey, curador de paleontología del museo. Además lo calificó como un “hallazgo único en la vida”.
“Y no tuvo que cavar en los acantilados para encontrar el diente, estaba en el agua”.
“Ella siempre ha querido encontrar un ‘Meg’, pero por alguna razón, lo haló en la mañana de Navidad”, dijo la mamá de Molly al medio CBS.
El megalodón, un escualo que pobló los océanos 23 millones de años atrás y que se extinguió hace unos tres millones, era más grande, rápido y voraz que las estimaciones efectuadas hasta ahora, apunta una investigación publicada recientemente por la revista Science Advances.
Su tamaño exacto había permanecido vago hasta el momento porque su esqueleto está compuesto de cartílagos que rara vez se fosilizan, pero los científicos se apoyaron en un fósil “excepcionalmente bien conservado” para recrear el primer modelo tridimensional de ese gigante acuático.
El ejemplar resultante tiene 15,9 metros de largo, una masa corporal de 61 toneladas y una velocidad de 1,4 metros por segundo (5 kilómetros por hora). Su mandíbula le permitía ingerir una orca de 8 metros en apenas 5 bocados.
Sus dimensiones fueron calculadas también con base a sus dientes y al esqueleto de un gran tiburón blanco, su análogo vivo más cercano, y esas 61.560 toneladas son un 23% más que las estimadas anteriormente. No obstante, hay vértebras fosilizadas que son un 50% más grandes que las utilizadas para el modelo, lo que sugiere un tamaño máximo de casi 20 metros, superior al de una ballena jorobada actual.
El megalodón necesitaba 98.175 kilocalorías al día, una cantidad 20 veces mayor a la que requiere un tiburón blanco adulto, apunta Science Advances. En caso de alimentarse exclusivamente de sus mayores presas, podría necesitar comer solo cada 145 días.
Su velocidad le permitía ir fácilmente a diferentes zonas de alimentación, una táctica de depredación también utilizada por el tiburón blanco para encontrar alimentos ricos en calorías.
Su extinción fue atribuida a una reducción de los hábitats costeros de finales del Plioceno (que abarca de hace 5,33 millones de años a hace 2,59) y que probablemente resultó también en la desaparición de otras especies de megafauna marina que podrían haber sido sus presas.