No era un caso aislado. En 2020 Forbes relataba las maneras de liderar de Garg, quien se había acostumbrado a enviar mensajes amenazadores a sus empleados, acusándoles de ser lentos, poco productivos e incapaces de hacer su trabajo. A veces incluso les decía que le avergonzaban.
Todo esto se vio reflejado aún más cuando después del incidente de los 900 despidos, Garg escribió una publicación anónima (que más tarde admitiría suya) en el foro profesional Blind diciendo que los empleados despedidos habían estado robando a la empresa al trabajar solo dos horas: «¿Ustedes saben que al menos 250 de las personas despedidas trabajaban un promedio de 2 horas al día mientras registraban más de 8 horas en el sistema de nómina? Les estaban robando a ustedes y a nuestros clientes».
También explicó que él y su equipo de administración llevaban varias semanas analizando los datos de productividad de toda la plantilla, y llegaron a la conclusión de que los despedidos tenían altas tasas de llamadas telefónicas perdidas, un número de llamadas entrantes y salientes bajos o llegaban tarde de forma habitual a las reuniones.
Pero claro, aquello no salió bien. Cuando se conoció la noticia del despido masivo por zoom se desató una ola de críticas contra la empresa, que fue calificada de poco profesional. Después de todo aquello, varios directivos dimitieron y el CEO decidió alejarse de la empresa durante un tiempo para tomarse un descanso ante el huracán que estaba azotando los cimientos empresariales. Tanto, que lo que quedó de la cúpula decidió hacer una auditoría sobre cultura empresarial y liderazgo.
No está claro si Garg dio un paso atrás por decisión propia o el resto de altos cargos quisieron que se fuera. Pero lo sorprendente de todo es que volvió. Y vaya si lo hizo por la puerta grande que nada más llegar decidió despedir a otros 3.000 empleados. El CEO volvía a la carga y estos trabajadores ni se enteraron de su despido hasta que vieron en sus cuentas bancarias pagos de indemnización antes de que se les notificara que ya no tenían trabajo.
Las cosas no habían mejorado al cabo de un año. Y una fuente interna explicaba en este artículo de TechCrunch de abril que la compañía estaba perdiendo hasta 50 millones de euros al mes. Y, sin embargo, los ejecutivos de Better hablaban continuamente sobre la confianza que tienen en el «buen camino por delante» para la empresa. Alguno incluso se referían a él como un «futuro tremendo».
Recientemente, la situación de la empresa es difícil de esconder. Los directivos explicaron a sus empleados, de nuevo mediante mails, que la actual inestabilidad de los mercados hipotecarios, con tasas de interés en aumento, les está perjudicando y esto hizo que tengan que llevar a cabo otra tanda de despidos masivos. La tercer en cinco meses.
Pero eso no es todo. Cuando se creía que la historia ya no podía ser más rocambolesca, llega hace unas semanas la noticia de Vishal Garg está ahora siendo demandado por «engañar a los inversores». Al parecer, una exempleada de Better.com demandó a la empresa y a su director alegando que proporcionaron declaraciones engañosas a los inversores sobre las perspectivas financieras y el rendimiento.