Comer demasiada azúcar no sólo empeora nuestra salud, también el dinero que ganemos a la larga

En tiempos prehistóricos, el azúcar localizada en la naturaleza ofreció a los primeros humanos una ventaja evolutiva: los alimentos dulces, como las frutas o la miel, eran aseguradores de calorías y buenos para la salud, mientras que los alimentos amargos tenía más probabilidades de ser tóxicos. Ahora todo ha cambiado. El exceso de azúcar que consumimos hoy en día se ha convertido en uno de los principales causantes de inflamación crónica, diabetes, artritis y otras enfermedades a largo plazo. Además de empeorar nuestra memoria, el rendimiento académico y la productividad.

Ahora, incluso, algunos estudios concluyen que consumir demasiada azúcar en la infancia está relacionada con peores salarios en la edad adulta.

Dos economistas de la Universidad de California, Berkeley y RAND Corp. han querido demostrar cómo el azúcar puede tener un impacto negativo social más allá de sus consecuencias en la salud de las personas. Para ello, estudiaron el final del racionamiento de azúcar y dulces en el Reino Unido en 1953 para investigar cómo impacta en la vida adulta si los niños menores de cinco años toman excesiva azúcar.

Los autores del estudio lograron comparar los resultados de personas que nacieron con solo unos años de diferencia pero que tenían cantidades muy diferentes de azúcar en sus dietas ya que comenzaron rápidamente a comer azúcar y dulces después de que cesara el racionamiento en 1953, pero no cambiaron el consumo de otros alimentos.

Los resultados. Además de los claros efectos sobre la salud, el exceso de azúcar en los primeros años de vida de esas personas tuvo un efecto sobre el desempeño en la escuela en su etapa adolescente y cuánto dinero ganaron luego como adultos. Los nacidos después de que terminara el racionamiento tenían un 18,5% menos de probabilidades de ir a la universidad y un 16,6% menos de probabilidades de tener un trabajo que requiriera altas capacidades que los nacidos con el racionamiento.

¿Cuál es la cantidad recomendada? Los estudios han relacionado en repetidas ocasiones las dietas altas en azúcar con tasas elevadas de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas. Y lo cierto es que la mayoría de nosotros tenemos ese tipo de dietas. La OMS recomienda que reduzcamos la cantidad de «azúcares libres» (añadidas a los alimentos o bebidas sin contar los que se encuentran en frutas, verduras y leche) que comemos y que no más del 5% de nuestras calorías diarias deben provenir de azúcares añadidos. De hecho, un estudio de 2014 en JAMA Internal Medicine sugiere que las personas que superaban este límite diario aumentaban su riesgo de muerte por enfermedad cardíaca en un 30%.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU recomiendan que para los niños de 2 a 18 años, la cantidad de azúcar añadida no debe exceder los 25 gramos, lo que equivale a 6 cucharadas. Para los adultos, siete cucharadas. Desafortunadamente, el adolescente medio supera este umbral y consume entre el 11% y 17% de sus calorías diarias en forma de azúcar añadida. Casi 4 de cada 10 niños de 10 u 11 años serán obesos para 2024. Ahora sabemos que no sólo tendrán sobrepeso, sino peores carreras y peores sueldos.