Hace unos meses, preparando un reportaje, acabé en un pequeño pueblo de la Alpujarra granadina. Y cuando digo «pequeño», digo «pequeño». Por no tener, Cástaras no tenía ni bar: pero estaba lleno de gente. Todos deseando a que Pura, la curandera del municipio, les ayudara con sus problemas.
En aquel momento me sorprendió, pero al ver estos días las decenas de publicaciones sobre las «escalofriantes profecías» de Nostradamus para 2023 comprendo que lo de Cástaras no es más que una anécdota local de un fenómeno global: medio mundo sigue enganchado a la adivinación y el ocultismo. Y en esto, hay que reconocerlo, Nostradamus no tiene rival. Pero ¿por qué?
Es decir, ¿Qué hace que Michel de Nostredame, un oscuro boticario francés del siglo XVI, se haya convertido en el ‘gran’ profeta moderno? ¿Qué lo ha convertido en la «estrella de la adivinación» en un terreno con tal cantidad de aspirantes a mediums y visionarios? Eso vamos a tratar de averiguar hoy.
¿Quién era realmente Michel de Nostredame?
Hijo de un escribano con nueve hijos, el joven Michel de Nostredame tuvo mala suerte en general. Sabemos, por ejemplo, que con 14 años entró en la Universidad de Aviñón, pero que poco después esta cerró por un brote de peste. Eso le obligó a ganarse la vida como pudo (especialmente como boticario) durante casi una década hasta que reunió el dinero necesario para volver a matricularse, esta vez, en la Universidad de Montpellier para estudiar medicina.
No pasó otro año hasta que fue expulsado de ella. Primero por haber trabajado como boticario (un «oficio manual» expresamente prohibido por los estatutos de la institución) y, segundo, por haber estado durante los años de boticario hablando mal de los médicos. En los siguientes años, siguió trabajando como boticario y ganó cierto prestigio como fabricante de un medicamento (una supuesta «píldora de rosas») que protegía de la peste.
Por supuesto, no funcionaba. En 1534, su mujer y sus hijos murieron precisamente por la peste. Ahí la información se vuelve confusa durante años. Los expertos coinciden en que continuó viajando, como había hecho desde al menos 1531, por Francia e Italia. Tras eso, durante la década de los 40, se dedicó a combatir la peste por todo el sur de Francia hasta que, finalmente, se asentó en Salon-de-Provence, se casó con una viuda rica y tuvo seis hijos. Aquí empieza la historia que nos interesa.
El camino a la oscuridad
A partir de ese momento, algunos dicen que por el desengaño que le provocó la incapacidad de la medicina para combatir a la peste, se empezó a alejar de la ciencia y a acercarse al ocultismo. Desde 1550 editó un almanaque. Este tipo de publicaciones eran tremendamente populares en la época. Se trataban de pequeños calendarios que repletos de datos astronómicos («como ortos y ocasos del Sol, su entrada en cada signo del Zodíaco, principio de las estaciones, fases de la Luna, etc.» y otras informaciones sobre cuestiones agrícolas, religiosas, sociales y de todo tipo.
El almanaque de Nostradame fue muy popular y, examinándolo, se puede ver cómo edición tras edición se fue llenando cada vez más de profecías. No es algo extraño. «Cuando los almanaques fueron concebidos por primera vez, había muy poca diferencia entre predecir los movimientos de las estrellas y predecir el futuro en el sentido de la adivinación». Para la época de Nostradame eso ya no era así, pero el público pedía lo que pedía. Lo que parece que sigue pidiendo.
En los siguientes años, la fama de Nostradame como vidente fue creciendo. Aunque los expertos señalan que nunca fue muy diestro con las técnicas adivinatorias más comunes, eso no le impidió hacerse un hueco como asesor de referencia de buena parte de la clase dirigente de la Europa del momento. Destaca Catalina de Médicis, esposa del rey Enrique II de Francia. Fue entonces cuando empezó a confeccionar su obra magna, ‘Las Profecías’.
¿Cómo se convirtió en lo que es hoy?
Esa es la pregunta central, claro. Sobre todo, porque no hay nada en la historia de Nostradamus esencialmente distinto de otros muchos profetas con un buen acceso a los poderes fácticos de su época. Es más, muchos estudiosos de su trabajo han mostrado de forma convincente que la mayoría de las profecías del adivino de la Provenza no son más que un refrito de profecías y hechos históricos. ¿Qué pasó para que la obra de Nostradamus haya alcanzado esta popularidad?
Sería injusto decir que el legado de Nostradamus se olvidó tras su muerte. Al contrario, muchos de sus seguidores siguieron republicando su trabajo y modificándolo para reforzar la idea de que realmente tenía un carácter adivinatorio. El ejemplo más claro es la parte de las profecías que se dedica a la muerte del rey Enrique II no apareció impresa por primera vez hasta 1614, medio siglo después de la muerte de dicho rey.
No obstante, nada de eso lo hizo realmente popular. Si queremos encontrar un momento clave de la historia de Nostradame, tenemos que irnos a 1947, cuando Henry C. Roberts publicó ‘The Complete Prophecies of Nostradamus’. Este libro fue un éxito de ventas en los países de habla inglesa e inauguró todo un género nuevo: el del exegeta contemporáneo que interpreta las (extremadamente crípticas) cuartetas de Nostradame para que encajara con eventos históricos conocidos.
No hace falta decir que cualquier parecido con la realidad es accidental, pero (como podemos ver incluso hoy en día haciendo una pequeña búsqueda en Internet) el morbo que generan estas supuestas profecías son extremadamente atractivas para el público general. Los libros de profecías se cuentan a cientos, las copias vendidas a millones.
¿Qué tiene Nostradamus para convertirse en lo que se ha convertido?
El fenómeno que ha convertido a ese oscuro boticario francés del siglo XVI en Nostradamus es, como ocurre a menudo, una cuestión de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado. El momento fue el revival del ocultismo (que, de la mano del New Age, volvía a hacerse mainstream tras la segunda Guerra Mundial). El lugar, la mesa de edición de la industria editorial norteamericana.
Allí y entonces: Nostradame reunía una imagen muy potente de «sabio medieval» con un material muy difícil de interpretar. Es decir, muy fácil de retorcer y hacerlo encajar con nuestros deseos. Lo demás, tiene mucho de carambola histórica. Una carambola que nos ha llevado a estar hablando de él a finales del año del Señor de 2022. Quién se lo iba a decir.