Empecemos por un detalle nada desdeñable en una película de esta envergadura: sus virtudes están a la vista. Los prodigios técnicos que exhibe están clarísimos desde el primer momento, y no es necesario que James Cameron se esfuerce demasiado en venderlos. Cada espectador tendrá que juzgar si ha valido la pena más de una década de espera, pero sí: la expresividad facial de los personajes, la naturalidad de sus movimientos, las espectaculares secuencias submarinas, detalles como la superficie del agua y la diversidad de texturas, luminosidades y efectos con las 3D…
Todo ello supone una cierta cima tecnológica como en su momento lo fueron el metal líquido de ‘Terminator 2’ o los planos por ordenador de ‘Titanic’, aunque las 3D y la altísima definición juega a veces en contra de la película, sobre todo en algunas secuencias de acción demasiado frenéticas y donde la acción parece acelerarse con aquel molesto efecto de los 48fps a lo ‘El Hobbit’. En cualquier caso, son problemas menores: como demo técnica, ‘Avatar: El sentido del agua’ cumple todo lo que podíamos pedir de ella.
Otra cosa distinta son sus virtudes como película convencional. Porque ‘Avatar’ quiere ser cine mainstream y familiar (tampoco es que se pueda permitir otra cosa, dadas sus aspiraciones comerciales), y en ese apartado le pesan las tres horas y media. No es que la película se haga insoportablemente pesada (aunque recomendamos estómago lleno y vejiga vacía), pero la primera entrega contaba una historia con una estructura muy similar en treinta minutos menos. Y vaya si se notaba.
Porque en efecto, asistimos a un argumento muy similar: en aquella, un marine descubría las bondades de unas criaturas diferentes entrando en comunión con sus costumbres y una nueva forma de ver el mundo. Aquí es su familia al completo la que tiene que huir de un ataque humano y entra en contacto con otro clan Na’vi, a cuyas costumbres se tendrá que adaptar. Volveremos a vivir todo el proceso de aprendizaje a relacionarse con las monturas, la fauna, el componente místico del entorno (tanto se repite ese concepto, de hecho, que aparece en el título)…
Tres horas y cuarto no son suficientes
Nada de eso sería un problema grave (al fin y al cabo, han pasado trece años: si se clona algo de aquel punto de partida tampoco pasa nada) si no fuera porque el guión está lleno de altibajos. De hecho, a los personajes no les habría venido mal algo de desarrollo o de entrar a detallar sus conflictos… ¡en una película de más de tres horas! Se trata de un problema, claramente, de atender a demasiados focos y no centrarse en ninguno.
El protagonismo colectivo de la familia Sully (a los que se suman una buena cantidad de amigos del nuevo clan) hace que la atención se disperse y ninguna de las ideas que apunta, alguna de ellas muy interesante, cuaja en una subtrama de cierto calado: la hija que parece tener una comunión especial con la naturaleza y que desconoce sus orígenes, el padre que trata a los suyos como si fueran soldados, la delirante evolución del único personaje humano de cierta importancia (sin duda, es quien deja claro que el guión ha sido reescrito decenas de veces)…
La trama da bandazos entre subtramas de personajes sin centrarse en ninguno con claridad y partes de puro exhibicionismo visual, y se olvida a menudo de atar cabos (¿por qué hay marines con cuerpo de Na’vi, qué justificación real tiene ese tema?), lo que juega en detrimento de la auténtica fuerza de la película. Por ejemplo, la hora final es acción más o menos pura al más puro estilo Cameron, con set-pieces rebosantes de ideas excelentemente rodadas, pero a esas alturas, el espectador está agotado y los personajes no le interesan demasiado.
‘Avatar: El sentido del agua’ no es, ni remotamente, un mal espectáculo, pero está lejos de la revolución total que prometían las primeras impresiones. Y eso que Cameron tenía razón: la animación de Thanos queda en ridículo al lado de estos nuevos Na’vi. Pero hay una frialdad en toda esta aventura que hace que, de momento y salvo sorpresa, Marvel pueda seguir respirando tranquila. ‘Avatar 2’ será un éxito, pero el trono del espectáculo masivo en cuanto a popularidad y aceptación masiva sigue, de momento, defendido por el MCU.