Desde la década de 1930, el mundo aplica un horario laboral anticuado que poco o nada encaja en los tiempos que corren ni en cómo se configura ahora mismo el trabajo en las mentes modernas. En los últimos años, la semana laboral de cuatro días lleva debatiéndose en cientos de empresas y gobiernos que contemplan esta idea y ya ponen en marcha iniciativas en todo el mundo. El último experimento con esta modalidad y sus resultados son claramente un punto de no retorno para los más reacios a incorporarlo.
Más aún cuando se acaba de probar que ayuda a aumentar los ingresos en las empresas que la aplican, con impactos positivos en la productividad, el bienestar de los empleados e incluso permite reducir las emisiones de carbono. Es complicado luchar contra todo eso a estas alturas.
El estudio. Se trata del primero a gran escala de semana laboral de cuatro días realizado en varios países del mundo simultáneamente. Y ha llegado a una conclusión sorprendente: ninguna de las 33 empresas participantes quiere volver el desfasado modelo estándar de cinco días.
En el experimento, realizado por la asociación 4 Day Week Global que involucra a decenas de empresas de EEUU, Irlanda y Australia, siguieron a 969 empleados de diferentes profesiones (tecnología, construcción, educación, atención médica o comercio) durante 10 meses mientras reducían sus horarios a una media de 32 horas sin cambios en el salario.
Los resultados. Los datos publicados muestran que las empresas participantes registraron subidas en los ingresos de un 8% de media durante la prueba y un 38% más que el año anterior, lo que indica un crecimiento durante la transición. El ausentismo de los empleados se redujo de 0,6 días al mes a 0,4, mientras que las renuncias se redujeron y las nuevas contrataciones aumentaron. La productividad creció y las empresas calificaron la experiencia general con un 9 sobre 10.
“Definitivamente vimos niveles de compromiso mucho más altos entre el personal, más altos que nunca”, explicaba Jon Leland, director de estrategia de la empresa de crowdfunding Kickstarter, que finalizó su programa piloto de semana de cuatro días en septiembre y lo adoptó permanentemente para sus más de 100 empleados.
Otros beneficios. Si bien el estudio tiene un sesgo importante (todas las empresas participantes se ofrecieron voluntarias, lo que significa que el liderazgo ya estaba orientado hacia la modalidad en sí), los empleados, que no necesariamente optaron por participar, fueron convencidos. El 97% de ellos quiere continuar con los horarios de cuatro días e indican una reducción del estrés laboral, agotamiento, ansiedad, fatiga y falta de sueño. También señalan que podían conciliar mejor trabajo y familia.
La investigación también sugiere que las semanas más cortas tienen beneficios para el medio ambiente. Pese a que este análisis no hace un análisis exhaustivo, sí sabemos que los empleados usaron menos el coche (una hora menos por semana de media) y los viajes se redujeron en un 4%. Y estudios anteriores han demostrado una correlación entre las horas de trabajo y las emisiones.
Es complicado de implementar. No todas las organizaciones que llevan a cabo estas iniciativas consiguen aplicarlas. De hecho, las más antiguas suelen encontrar «más complicado» el cambio. Además, no todos creen que sea factible, y algunos expertos se preguntan si los jefes que ofrecen horarios de cuatro días realmente quieren que sus empleados estén desconectados.
«Si las empresas están realmente comprometidas con esto, lo demostrarían apagando el acceso a la red en los días en que no están programados para trabajar y pidiéndoles a las personas que dejen sus ordenadores en la oficina. Pero no veo que las empresas hagan eso”, explicaba David Lewis, director de OperationsInc en este reportaje de Bloomberg.
Una tendencia. Todas estas nuevas iniciativas se engloban en una tendencia crecimente de numerosos proyectos de semana laboral de cuatro días. A día de hoy, esta revolución laboral la llevan a cabo hasta 180 empresas en todo el mundo. Un caso notable lo explicamos en Magnet hace unos meses, donde Reino Unido emprendió el mayor experimento hasta la fecha con 70 empresas participando. Una encuesta concluía que el 78% de los líderes de esas 70 empresas afirman que su transición fue «buena». La mitad, el 49%, dijo que la productividad había mejorado.
Varios gobiernos, incluidos Portugal, Bélgica, España y los Emiratos Árabes Unidos, han aprobado leyes que permiten a los empleados trabajar menos días a la semana. Islandia es un caso de éxito, en dónde el 1% de la población pasó de trabajar 40 horas a 35 horas semanales, cuatro días a la semana. Los casos de agotamiento, y las bajas por enfermedad y estrés cayeron en picado, y la productividad aumentó.