Balances milmillonarios y carreras meteóricas aparte, a Chris Xu hay que reconocerle un mérito curioso: ha levantado un auténtico gigante del comercio electrónico como Shein con una exposición personal mínima, tan parca, tan rematadamente exigua, que lo que sabemos de él es una mezcla de somerísimas y en ocasiones contradictorias pinceladas biográficas y algún que otro rumor.
Por no tener no tenemos ni una idea exacta de cuáles son sus orígenes. En julio The Guardian quiso elaborar un perfil suyo y no le quedó más remedio que exponer las diferentes versiones que circulan sobre su vida. Veamos. Se llama Xu Yangtian. A partir de ahí, de dónde viene, dónde estudió y cuáles fueron sus inicios supone casi un misterio. Hay quien asegura que es un chino-estadounidense que se formó en la Universidad de G. Washington y quien sostiene que nació en 1984 en Shandong, al este de China, y acabó estudiando en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Qingdao.
Allí, en el gigante asiático, los medios lo presentan como un antiguo estudiante de orígenes humildes que tuvo que trabajar para costearse la universidad, un relato de self-made man de manual muy al gusto del sector. Sobre sus orígenes desde Shein han deslizado que Xu habría nacido en China.
El batiburrillo de datos es solo un ejemplo más del celo con el que el apodado como “rey de la moda rápida de China”, el millonario fundador de una empresa con un crecimiento acelerado, ha hecho lo posible por mantenerse alejado de los focos. Aquí entra en juego la segunda fuente de información que completa con más oscuros que claros su perfil profesional: los rumores, las anécdotas.
Una de ellas, la más popular, lo pinta como un directivo al que se puede encontrar a las dos de la madrugada en su oficina, rodeado de su equipo, pensando estrategias. Otra, que no lo deja tan bien parado, lo señala como un empresario capaz de dejar en el camino a sus propios socios. Incluso es difícil dar con una imagen verificada suya. En algunos artículos sobre la compañía, se presenta un retrato que coincide con la de un profesor con el mismo nombre de la Cornell University.
Lo que sí sabemos es su puntería para crear una gigante de la fast fashion y el comercio online, Shein, con 10.000 empleados por todo el mundo, clientes en más de 150 países y 11.000 millones en ventas anuales. Su fortuna se elevaría a 10.000 millones, lo que lo cuela en el Top 30 de las personas más ricas de China, de acuerdo, nuevamente. Todo con 38 años, el impulso de una compañía joven y un perfil menos conocido que el de Jack Ma, de Alibaba.
En 2008 —precisa The Guardian— formó junto a otros dos socios un negocio de comercio electrónico transfronterizo, Nanjing Dianwei Information Technology, en el que ya habría demostrado una de sus grandes habilidades: el SEO y el tino para la promoción y la caza de tendencias.
En su carrera empresarial seguiría la marca ZZKKO, que empezó centrándose en los vestidos de novia, y finalmente Sheinside, que acabaría derivando ya en 2015 en su nombre actual, Shein, más fácil de recordar y sobre todo de buscar en la Red. Ese mismo año la empresa trasladó su sede a Guanzhou para estar más cerca de sus proveedores y abrió una oficina en Estados Unidos.
Para 2019 la compañía ya estaba generando miles de millones en ventas y al año siguiente supo apuntalar su estrategia durante una pandemia que disparó precisamente el comercio electrónico. El resultado: a comienzos de este mismo año Bloomberg publicaba que la empresa estaba en contacto con posibles inversores, entre los que se incluía General Atlantic, para una ronda de financiación que podría situar la compañía en torno a los 100.000 millones de dólares, lo que la convertiría en una de las startups más valiosas del mundo y doblaría a Fast Reatailing, dueña de Uniqlo.
¿La clave de su éxito?
Una combinación bien medida de precios, catálogo, tiempos y visibilidad.
La compañía ha apostado por una política de precios agresiva, un vasto catálogo y un modelo de moda ultrarrápida que tumba los tiempos que ya había alcanzado Zara en la década de los 2000. Si entonces la marca de Inditex logró revolucionar la industria al reducir los tiempos entre el diseño y la venta en tienda a unas semanas, Shein ha ido un paso más allá al hacerlo en cuestión de días.
Todo acompañado del estudio del mercado y una contundente estrategia de marketing orientada en gran medida a la Generación Z y las redes sociales. Un estudio con adolescentes estadounidenses de Pier Sandler mostraba a principios de este mismo año que Shein era ya la segunda web de compra online preferida por ese sector de población, solo por detrás del gigante Amazon.
La empresa y el propio Xu parecen mirar con un interés creciente Singapur, a donde la compañía tendría activos clave y donde, señalaba Reuters en febrero, se habría instalado el empresario.
No todo son fortalezas, ni brillo emprendedor, ni grandes balances.
Al margen de la acusación del exsocio del empresario que apuntan a sus orígenes, Shein ha afrontado críticas por supuesto plagio, tanto a otras cadenas como a artistas, además de por el impacto de sus productos y modelo de fast fashion en el medio, un mensaje en el que incidía hace solo unos días Greenpeace poniendo el acento en la calidad de los materiales que emplea.
El foco también se ha puesto en las condiciones laborales que impone a sus propio trabajadores, polémica que han llegado a protagonizar incluso un documental de la cadena británica Channel 4, “Untol: Inside The Shein Machine”. En 2021 Reuters desvelaba que la compañía no había divulgado información sobre las condiciones de trabajo en su cadena de suministro, un requisito fijado por la legislación del Reino Unido, y cuestionaba la veracidad de ciertos certificados que mostraba. En noviembre el foco se ponía incluso en la procedencia de, al menos, parte de su algodón.
Un gigante que despierta expectación, ha llegado a aliarse con Amazon y del que se ha dicho incluso que puede medirse con los grandes del sector… pero guiada por un magnate alejado de los focos.