El Toxoplasma gondii es un parásito realmente exitoso. Su huésped natural son los felinos, pero es capaz de transmitirse a través de agua o carne contaminadas y fluidos corporales para infectar a una larga lista de animales de sangre caliente que incluye ratas, monos, seres humanos y lobos. Un nuevo estudio ha analizado los efectos del parásito en estos últimos animales, y son aún más extraños de lo que imaginábamos.
Lo inquietante del Toxoplasma gondii no es la enfermedad que produce, sino la curiosa panoplia de cambios en el comportamiento que provoca en su huésped. Cómo enfermedad, la toxoplasmosis normalmente cursa con síntomas similares a los de una gripe. Algunas personas nunca llegan a experimentar síntomas o estos son tan leves que pasan desapercibidos. La infección tan solo es peligrosa en personas inmunodeprimidas o en mujeres embarazadas, ya que ataca con especial severidad al feto.
Sin embargo, hay diferentes estudios que han encontrado efectos mucho más sutiles del Toxoplasma gondii en el cerebro humano. En 2016 un estudio asoció la presencia del parásito a los ataques de ira producto del Trastorno Explosivo Intermitente. También se han hallado indicios que vinculan al parásito con diversas enfermedades neurológicas como el Alzheimer, y hasta se cree que tiene la facultad de hacer a sus huéspedes más atractivos.
¿Para qué hace todo eso el parásito de la toxoplasmosis?
¿Para qué demonios puede querer un pequeño protozoo hacernos más guapos? El escenario queda más claro si lo comparamos con lo que les hace a otros animales. Las ratas infectadas de Toxoplasma gondii tienden a asumir más riesgos y hasta se sienten atraídas por el olor de la orina de gato, lo que aumenta sus posibilidades de acabar teniendo un encontronazo mortal con un felino. Los monos y las hienas infectadas por el parásito también acaban teniendo más encontronazos con grandes felinos. En seres humanos los cambios destinados a hacernos más agresivos o más atractivos probablemente aumenten las posibilidades del huésped de interactuar físicamente con otros seres humanos. Al final todos los cambios en el comportamiento asociados a la presencia del parásito responden a una misma razón: aumentar las posibilidades de transmitirse de un animal a otro hasta llegar a uno que sea viable para su ciclo vital, o sea, un felino.
Los efectos de la toxoplasmosis en lobos no se habían estudiado en profundidad hasta ahora, pero un nuevo estudio recién publicado en Communications Biology arroja nueva luz sobre la interacción del Toxoplasma gondii con estos grandes cánidos.
Los autores del estudio han analizado la sangre de 229 lobos y 26 años de datos de comportamiento de los estos animales en el Parque Nacional Yellowstone. En ese entorno natural, el Toxoplasma gondii salta hasta los lobos desde los pumas. A veces por contacto con la orina o las heces de estos grandes felinos, o más raramente cuando los lobos aprovechan el cuerpo de un puma muerto para comer.
El caso es que los lobos infectados con el parásito se comportan de manera muy diferente a los no infectados. Toman más riesgos, lo que a menudo los lleva a abandonar la manada para buscar nuevos territorios. Los lobos infectados tienen un 50% de posibilidades de abandonar la manada en menos de seis meses. Para encontrar la misma probabilidad en animales no infectados tenemos que dejar pasar 21 meses.
El aumento de los niveles de testosterona en los ejemplares infectados también los hace más agresivos y dominantes, lo que a menudo los convierte en los líderes de la manada (46 veces más probabilidades que un individuo no infectado). Este último detalle es crucial, porque los líderes de manada son los que se reproducen (transmitiendo el parásito a sus crías) y dictan el comportamiento general del grupo. Si un líder infectado se siente atraído por el olor de la orina de puma probablemente esté atrayendo a todo el grupo hacia zonas donde el contacto con estos felinos es mayor, y por tanto las posibilidades de infección.
El Toxoplasma gondii tiene, en definitiva, una influencia real sobre el comportamiento de las manadas de lobos y debe comenzar a ser estudiado desde un punto de vista ecológico y no solo epidemiológico. Si te encuentras con un lobo, esté infectado o no, este vídeo te da algunas pistas sobre qué hacer.