Las redes sociales son extraordinarios medios de comunicación e información. Pero, esta gran innovación plantea amenazas y retos, más para niños, niñas y adolescentes, familias y autoridades.
Las cifras asustan. Según la agencia Mediakix: “En nuestra vida pasamos unos 5 años y 4 meses en las redes sociales”. Esto significa que hay un abuso del invento, con riesgos de adicción y desconexión del mundo real.
WhatsApp, Youtube, Facebook, Instagram, Twitter, Linkedin, Pinterest, Skype, TikTok, Snapchat, Tinden, Telegram, Spotify, Badoo, Tagged y WeChat, para solo mencionar algunas redes sociales, son una ventana de oportunidades de comunicación efectiva. Sin embargo, también plantean riesgos de trastornos, por la dependencia que generan, y consecuencias en los órdenes personales, familiares, profesionales y legales.
Las redes plantean un problema con el derecho a la privacidad, pues las imágenes personales son usadas, frecuentemente, en perjuicio de las personas, se suplantan sus identidades y son aprovechadas por agresores sexuales que, haciéndose pasar por niños, logran contactarlos y abusar de ellos.
Aquí juega un papel importante la familia del menor para denunciar los abusadores ante el Ministerio Público para que ponga en movimiento la acción pública contra quienes proceda.
A diario vemos acosadores que le hacen la vida imposible a muchos, lo que debe denunciarse y obliga a despegarse, aunque por un tiempo, de las redes, hasta que baje la marea.
Mostrarse en las redes alerta sobre nuestro carácter, nuestro perfil y hasta nuestra entrega en el trabajo, pues podemos presentarnos en situaciones inadecuadas, lo que es tomado en cuenta para fines laborales.
Aunque las redes requieren una edad mínima para entrar, muchos se saltan la cerca. Siendo los menores tan vulnerables, los padres deben reforzar sus niveles de vigilancia, para controlar su uso por parte de los hijos menores de edad.
Frecuentemente, a través de las redes, se profieren insultos, se difunden difamaciones, injurias y noticias falsas para manipular la opinión pública, en perjuicio de determinadas personas. Esto constituye el delito de difamación e injuria.
El cuidado en el uso y difusión a través de las redes sociales es lo más aconsejable; pero para la protección de los menores se requiere un más funcional sistema de protección para que, una vez advertido el abuso de su imagen e informaciones, haya una reacción más eficiente de las autoridades del Gobierno y del Ministerio Público.