Es posible que a ti no te ocurra, pero de acuerdo a una nueva investigación, los denominados como “pensamientos de ducha”, esos donde uno cree tener la llave para solucionar un problema o quizás todos, ocurren por una razón. De alguna forma, el trabajo viene a reafirmar que sí, que hay grandes epifanías cuando uno se encuentra en la ducha.
Para llegar al quid de la cuestión, un equipo de investigadores liderados por Zac Irving, quien estudia y enseña filosofía de la ciencia cognitiva en la Universidad de Virginia, proponen que el secreto para desbloquear esta creatividad avanzada es una tarea moderadamente atractiva, “ni demasiado servil para desconectar el cerebro por completo ni demasiado difícil para ocupar demasiado espacio de procesamiento”.
Explican que, cuando entras a la ducha, el cerebro todavía está ocupado y moderadamente activo, pero todavía permite pensamientos “frescos” sobre otros problemas, y creen que esto también explica por qué salir a caminar también ayuda en este sentido.
Tal y como ha contado Irving en un comunicado: Digamos que está atascado en un problema. ¿A qué te dedicas? Probablemente no sea algo abrumadoramente aburrido como ver cómo se seca la pintura. En lugar de eso, haces algo para mantenerte ocupado, como dar un paseo, hacer jardinería o darte una ducha. Todas estas actividades son moderadamente atractivas
¿Y en qué se basa para ello el investigador? El equipo ideó un nuevo diseño de estudio, en el que se pidió a los participantes que idearan un nuevo uso innovador para un ladrillo o un clip. Mientras lo hacían, vieron diferentes videos, incluido dos hombres doblando la ropa (bastante aburrido), o un clip de la película Cuando Harry conoció a Sally en el que Meg Ryan muestra cómo fingir un orgasmo en un restaurante lleno de gente (más atractivo). Según Irving:
Lo que realmente queríamos saber no era qué video te ayuda a ser más creativo. La pregunta era cómo se relaciona la divagación mental con la creatividad durante tareas aburridas y atractivas.
Cuentan en el trabajo que se le preguntó a los participantes sobre la tarea creativa inmediatamente después del video, pero también sobre cuánto divagaban sus mentes durante el mismo.
Así, descubrieron que había significativamente más ideas cuando el cerebro divagaba más, pero solo cuando la tarea era moderadamente interesante, no cuando miraban el video aburrido. En esencia, explican, los resultados demostraron que era más beneficioso para la creatividad hacer algo que involucre un poco al cerebro, a diferencia de algo en lo que no tienes ningún interés.
Tras el trabajo, ahora esperan ampliar los resultados utilizando la realidad virtual para aumentar la cantidad de situaciones y alejarse de los videos.