Para alguien como yo, que sin ser un mujeriego ha disfrutado de su favor, como amigas con o sin derecho, novias o esposas, no ha sido fácil intimidar y permanecer sin ataduras traumáticas.
Las admiro y valoro en sentido general y les tengo conmiseración, por la facilidad con la que se complican su existencia, cualquier pequeñez la desequilibra.
Desde una hebra de cabello que no va hacia dónde quieren, las libras de más o de menos, hasta poder identificar que si y que no.
Para mi, el camino ha resultado más o menos expedito, he estado consciente de que, cuando no se debe seguir una relación, hay que procurar concluirla, dejando que sean ellas las que tomen la iniciativa y así posibilitar seguir como amigo, son peligrosas en extremo como enemigas.
Hace tiempo comprendí, que estar junto a una mujer, implicaba ser consciente de que debía ser un proceso en el que nada se dejara al azar.
Las amigas con o sin derecho, han sido fundamentales para un acompañamiento en el que, por su solidaridad y entrega, resultan extraordinariamente fundamentales.
Lo más valioso en toda relación, es comprender que no se debe demostrar dependencia de ningún tipo y que la libertad, está por encima de cualquier atracción.
Supe desde muy temprano, que el hombre ideal para cualquier mujer, era la mezcla de ser “tiguere” y gran caballero.
He tenido muy presente, que las mujeres son seres superiores, pero con grandes debilidades, hay que aprovechar esas debilidades para poder ser inolvidable.
Conociendo de esos maravillosos seres, lo que se puede, importa manejar la “indiferencia” ignóralas en el momento adecuado puede ser muy valioso, para eso hay que estar pendiente de los detalles, lo que menos hacen quienes se creen, “los meros meros” los súper machos!
Autor: Haime Thomas