Disney perderá la exclusividad de Mickey Mouse en 2024

El hecho de que Disney pierda la exclusividad de los derechos exclusivos de de explotación de Mickey Mouse en 2024 es una auténtica bomba. Y también es del todo inexacto: hay una buena cantidad de matices que nos pueden llevar a predecir con bastante probabilidad de éxito que la situación de la mascota de Disney dentro de un par de años será muy similar a la actual, por no decir idéntica. Pero vale la pena sumergirse en los detalles para entender algo mejor los matices de las leyes de la propiedad intelectual y sus muchas trampas.

Al pie de la letra. Mickey entrará en el dominio público, según las leyes norteamericanas, en el año 2024, casi 95 años después de su primera aparición, el 1 de octubre de 1928. Pero eso no quiere decir que de repente Mickey Mouse pase a ser un personaje cuya efigie se puede comercializar sin permiso ni repercusiones. En sentido estricto, se puede comercializar con su imagen primigenia (la que aparecía el corto ‘Steamboat Willie’) y crear nuevas historias con él.

La imagen de Mickey en ese corto es menos amable que la actual: aparte del blanco y negro, tenía un parecido más acentuado con un auténtico roedor, la nariz más puntiaguda, el cuerpo más estilizado, los ojos negros y el rabo mucho más largo. Esa visualización de Mickey Mouse es la que queda liberada para el uso colectivo, pero hay trampa, porque Disney no ha renunciado del todo a su propiedad: sigue siendo dueña de la marca registrada «Mickey Mouse».

La magia de la marca registrada. Es decir, si la nueva obra recuerda a Disney en algún aspecto, la compañía podrá demandar al creador por violación de la marca registrada con el fin de demostrar que, por ejemplo, una versión para adultos de ese Mickey primigenio puede ser vinculada a Disney. ¿Y cómo no pensar en Disney al ver a Mickey Mouse, aunque sea en una versión primigenia y aún sin dulcificar? Es prácticamente imposible que Disney perdiera una demanda en ese sentido: Mickey Mouse es Disney y Disney es Mickey Mouse, y tiene abogados que gastarán todo el tiempo y dinero necesario para demostrarlo.

Este ejemplo se entiende mejor con el caso de Winnie de Pooh, el famosísimo oso parlante protagonista de novelas infantiles publicadas a partir de 1926. La primera de ellas acaba de entrar en dominio público, y la primera obra importante derivada de ello es ‘Winnie the Pooh: Blood and Honey’, una película de terror en la que Pooh y Piglet son peligrosos muñecos asesinos. Disney tiene los derechos de su versión de Winnie the Pooh vigentes desde 1966, pero su conocidísima versión del muñeco lleva puesto un jersey rojo. El de la nueva película no lo lleva, para que quede claro que no es el mismo Pooh de Disney.

La larga relación de Disney con las leyes de copyright. En la Constitución de los Estados Unidos se fijaba la primera ley de protección de derechos de autor, y solo se extendía 14 años, prolongable a otros 14. Pero este periodo se ha ido extendiendo, y Disney ha sido en buena parte responsable de ello. Por ejemplo, con la ley vigente cuando se estrenó ‘Steamboat Willie’, Mickey habría estado protegido 56 años (28 iniciales más 28 de renovación). Es decir, habría llegado a 1984.

Pero Disney presionó con contundencia al Congreso para prolongar ese periodo, aduciendo que el siglo XX había visto llegar una serie de medios de difusión imposibles de predecir a principios de siglo. Así, se reformó en 1976, estableciéndose 50 años más allá de la muerte del autor, o 75 para propiedades pertenecientes a corporaciones, lo que llevó la caducidad de Mickey a 2003. Pero Disney no dejo de presionar, igual que lo había hecho durante años el popular cantante y congresista Sonny Bono.

La nueva extensión del periodo, a 70 años tras la muerte del autor (como en España en la actualidad) o 95 años para corporaciones, recibió el nombre de Sonny Bono Copyright Term Extension Act de 1998 en honor al artista, que falleció ese mismo año. Esto nos lleva al 1 de junio de 2024 como llegada de Mickey Mouse al dominio público, si Disney no consigue que se apruebe una nueva extensión. Por cierto: esta última prolongación de 1988 es conocida como The Mickey Mouse Protection Act, lo que demuestra hasta qué punto la injerencia de Disney en la legislación estadounidense es importante.