En Samaná, los lugareños que trabajan en la venta de souvenirs han escuchado la misma queja de muchos turistas que descienden desde los cruceros: las piezas que encuentran en Santa Bárbara y alrededores no se distinguen de lo que ven en las otras islas en su trayecto caribeño. ¿La razón? Tanto aquí como en otros destinos en el arco de los cruceros en la región se recurre a la compra de objetos con “aire” caribeño producidos de forma estandarizada en China. Es, sin duda, más rápido y barato que producir piezas de forma artesanal en casa. Sin embargo, eso significa que si Dominicana no es de los primeros destinos en la ruta, pierde ventas al no ofrecer productos distintivos a compradores ya saturados. Esta es una oportunidad desperdiciada: el turismo dominicano se beneficiaría de artesanía con narrativa. Para muestra está la sorpresa de Aida Ruiz Montás: los servilleteros de su marca La Buena Fe se venden casi al instante en la tienda Jenny Polanco de La Romana, a una cantidad y velocidad que supera con creces las de otros puntos de venta destinados mayormente a locales. Una parte de los compradores son dominicanos con segundas residencias, sí, pero más de la mitad son visitantes extranjeros. “Y tantas personas preguntaban por el origen de las piezas, porque querían saber de dónde venían los diseños, que tuvimos que agregarles unas fichas que lo explicaban”, afirmó la arquitecta.