Pasado ya un mes del inicio de la invasión dispuesta por Vladimir Putin a Ucrania, las derivaciones del conflicto se agudizan en la medida que el tiempo transcurre. Una extensión de la guerra, al menos un escenario no diseñado desde la lógica de Moscú, podría ejecutar otras amenazas, algunas de alto impacto, como lo evalúan los gobiernos europeos.
Lejos del pedido ucraniano para que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) establezca una zona de exclusión aérea en ese país, algo que solicitó el propio presidente Volodymyr Zelensky en repetidos escenarios, la preocupación en los cielos europeos podría llegar por la posibilidad de que Rusia interrumpa el tráfico aéreo interfiriendo las señales de GPS.
La confirmación de descartar una zona de exclusión aérea por el responsable de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien aseguró que la alianza no tendrá aviones actuando en Ucrania, ni tropas en ese país, fue ratificada al término de una reunión de urgencia de cancilleres de la organización transatlántica. Sin embargo, en la cumbre extraordinario de la OTAN en Bruselas, se evaluó el escenario de un “boicot” sobre el espacio aéreo del continente.
Hace pocos días, en un boletín oficial, la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) advirtió sobre la interferencia y usurpación de la señal GNSS encontrada en varias áreas. Desde el Mediterráneo hasta Finlandia, aeronaves habrían tenido que desviarse tras notar la alteración de la señal de posicionamiento del satélite.
La interferencia en los sistemas de navegación por parte del ejército ruso, que interrumpe los sistemas de geolocalización de las aeronaves, se extiende mucho más allá de Ucrania y afecta a países de la Unión Europea, como los Estados bálticos, Finlandia, Polonia y el Mediterráneo oriental.
De esta manera, las consecuencias directas de la guerra de Ucrania sobre el tráfico aéreo europeo no se limitan a una amplia zona prohibida al este de la Unión Europea. Desde el inicio de la invasión el 24 de febrero, el ejército ruso se ha ocupado en bloquear las señales de navegación por satélite GNSS, interrumpiendo así el funcionamiento de los sistemas de geolocalización GPS o tipo Galileo.
A partir de los comunicados de la Agencia Europea, desde el inicio del conflicto, varios aviones supuestamente experimentaron problemas para recibir datos de posicionamiento satelital. EASA alertó a los operadores en un boletín de seguridad, publicado por la agencia europea el 17 de marzo de 2022, sobre la integridad de la señal GNSS.
“Las aeronaves han observado los efectos de interferencia y/o posible suplantación de GNSS durante diferentes fases de sus vuelos, lo que en algunos casos ha llevado a desvíos o incluso a un cambio de destino debido a la imposibilidad de realizar un procedimiento de aterrizaje seguro”, detalla el comunicado.
Esta interferencia o señuelo casi permanente interrumpe los sistemas de navegación por satélite y, en algunos casos, ha obligado a las empresas a desviar o incluso cancelar vuelos.