“La política es un servicio, no un negocio”

Insta a América Latina a enfrentar en bloque desafíos como la inflación

Luis Eduardo (Lucho) Garzón, exalcalde de Bogotá, Colombia (2004-2007) y ministro de Trabajo durante el gobierno de Juan Manuel Santos, tiene una larga trayectoria política y profundo conocimiento de la desigualdad social, la democracia y la política. Estuvo en el país invitado por la Defensoría del Pueblo para hablar sobre la inseguridad ciudadana. Sobre esa problemática advirtió que no se resolvería si se le deja toda la responsabilidad al gobierno porque también requiere del compromiso de todos los ciudadanos.

En entrevista con elCaribe, Garzón también compartió su enfoque sobre la situación mundial luego de la pandemia de la covid-19 y ahora por el impacto de la guerra en Ucrania por la invasión de Rusia. Consideró que la agenda de la gente ha cambiado, que ahora los niveles de pobreza han aumentado y el ciudadano buscará quien pueda resolver sus problemas sin importar si es de izquierda o de derecha. Al compartir sus reflexiones sobre la política dijo que esa actividad es un servicio y que cuando se convierte en un negocio se distorsiona. Explicó que esa distorsión se da a través de la financiación de las campañas electorales y que en ese proceso ocurren los mayores niveles de corrupción pública.

¿Qué tanto ha afectado la política el tema de la corrupción?
La política no es un negocio, es un servicio; y cuando la política se vuelve un negocio es que detrás de quien es elegido, está quién lo financió, es que hay una ilegalidad vergonzante, es una especie de yo lo financio y usted lo cobra, cuando usted mira cuánto vale una campaña significa que con el sueldo que gana lo van a recuperar, no; es en el lobby, es ahí donde está la esencia de la corrupción.

¿Cuál es su lectura de la situación política actual de América Latina?
Cuando usted tiene un escenario que genera unos niveles de pesimismo impresionante y de escepticismo, entonces los tema de la pobreza, es quien me lo resuelve. Los regímenes autoritarios, de derecha o de izquierda, los mesías, y en América Latina, no preguntan al encuestador cómo le va, sino como me va, es en función de su ego, de creer que lo resuelve una persona, de generar expectativas que son propias de una efervescencia, como toda efervescencia no tiene consistencia, y eso es lo grave; lo grave es que esos mesías usted los ve en América Latina como candidatos o como gobernantes, están llevando al desconocimiento del derecho del sujeto colectivo, son como un espejo roto, absolutamente fracturados.

En Colombia habrá elecciones presidenciales pronto, ¿usted cree que se pueda dar una de esas situaciones que describe?
Más que las personas, más que los partidos, hay tres temas; uno, el modelo económico que prevalece, es si seguimos en lo mismo, eso se ha ido generalizando en América Latina, la salud como un negocio, no como un servicio y las pensiones. Esos temas son relevantes, eso definió la elección en el Estado chileno, más allá del pasado y el presente; y no es si es de izquierda o de derecha, hay unos temas muy puntuales, de exclusión y cambio del modelo. Estamos ante una coyuntura, en el caso colombiano, que se asemeja más al modelo chileno. Ahora en Colombia hay dos corrientes, cambiar o mantener la misma lógica, las mismas coordenadas y los cambios de orden social.

El pasado año hubo fuertes protestas en Colombia como reacción a un plan de reforma fiscal. ¿Eso se pudo evitar?
La tecnocracia es muy importante, pero estamos ante la dictadura de la tecnocracia, a veces está por encima una cifra que lo que entiende el pueblo; cuando se lanza una propuesta de eso es como echarle fuego a una estación de gasolina. Lo que pasó fue que los tecnócratas estaban pensando en las cifras, estaban pensando en lo que es la reforma fiscal porque para ellos hay una diferencia entre habitante y ciudadano, no existen los ciudadanos, el habitante es un número, es un indicador. A nadie se le ocurre una reforma fiscal que con solo mencionar una reforma fiscal que a la clase media se le disminuían los ingresos, en un momento de pobreza tan profundo y en un estado de depresión social porque había un estado de ánimo de depresión social.

Pero, ¿cómo sobrevive la economía colombiana sin la reforma?
El presidente Duque (Iván) se jacta de decir que crecimos en el 10.7, pero claro, es que crecimos sobre un cementerio y cuando uno crece 10.7 en el 2021 es muy importante, pero es que el referente es el 2020, no el 2019; entonces, uno no puede promover cifras para quedar bien en el campo internacional, en el Fondo Monetario Internacional, ante los organismos multilaterales y en el país la gente en otra situación. Hay 22 millones de colombianas en estado de pobreza y somos 45 millones.

La República Dominicana, Panamá y Costa Rica impulsan una agenda común para el desarrollo y que fue motorizada por la crisis haitiana, ¿cuál es su lectura de la crisis haitiana como desafío regional?
Nosotros también tenemos la crisis de la migración de los venezolanos y es parte de lo que ocurre en el mundo ahora con los ucranianos. Saludo esa iniciativa de la alianza para el progreso, en América Latina somos una sumatoria de debilidades y no una proyección de fuerzas y como tal, tenemos que sumar esfuerzos, y en ese sentido es correcto. Haití podrá resolver el problema en la medida en que gane confianza, falta autoridad porque no hay confianza. Hay legalidad, pero no hay legitimidad, resolverlo significa generar una actitud no xenófoba, sino colaboracionista, y eso es lo que me preocupa porque hay indicadores de demagogia sumamente fuertes e incluso políticos haciendo discursos xenofóbicos. Hay que ampliar la democracia en Haití.

Y los desafíos económicos que tiene América Latina como la inflación ¿cómo debe enfrentarlos?
Tiene que haber una agenda común. Hoy ante el mundo no somos mayor cosa (América Latina). Nosotros en los últimos años nos hemos manejado bajo la euforia o la histeria que pueda generarse en Estados Unidos, es decir una agenda Trump y llevó a muchos gobernantes a formar el sindicato frente a la OEA defendiendo presidentes con legitimidad casi nula, terminamos jugando detrás de Trump; cuando cambian las elecciones, entonces ahora las realidades del juego son Biden, miren la actitud de Trump y de Biden frente a Maduro (Nicolás), son totalmente diferentes. La agenda Trump era tumbar a Maduro, la agenda Biden es necesitar a Maduro. No es que apuesto al discurso tradicional antiimperialista de la izquierda, no, solo que no debemos contagiarnos de la dinámica política interna. Antes la política internacional la establecía el Departamento de Estado, ahora depende de cada presidente.

¿Cómo combatir la inseguridad ciudadana?
No habrá seguridad si no hay deberes y derechos. Es un tema en el que interviene hasta el lenguaje, el ciudadano no puede ver la seguridad como un tema solo del gobierno, es un tema de todos..

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