El rey sienta las bases de una relación de estado con Cuba en La Habana | España

Si el adjetivo no estuviera tan gastado, nadie dudaría en calificar la imagen como histórica: los reyes de España, Felipe VI y Letizia, en la Plaza de la Revolución de La Habana (detrás de las efigies del Che Guevara y Camilio Cienfuegos), depositando una corona de flores ante el monumento a José Martí, el héroe de la independencia cubana.

Los Kings llegaron a la isla caribeña en un momento crítico, cuando las nuevas sanciones de Washington exprimen el anillo que sofoca la economía cubana y comienzan a traducirse en dificultades diarias para la población, como la escasez crónica de combustible. España ya no se limita a expresar su condena tradicional del embargo de los Estados Unidos, sino que lo sufre.

Las compañías españolas, como la cadena de hoteles Meliá, se encuentran entre las 16 compañías europeas (pero también canadienses y estadounidenses) demandadas en los tribunales de Estados Unidos en virtud de la Ley Helms Burton, que la Administración Trump desbloqueó en mayo pasado después de más de dos décadas de sucesivas moratorias.

El Rey, que se reunirá el miércoles con representantes de algunas de las 260 empresas españolas establecidas en la isla, se hospedará en el hotel español Iberostar Grand Packard, que Estados Unidos ha incluido en la lista negra por ser copropietario de un grupo empresarial del ejército cubano.

El viaje de Felipe VI a Cuba, el primero de un rey en la última colonia española en América, simboliza la apuesta de los dos países para normalizar definitivamente sus relaciones, terminando una etapa en la que han estado sujetos a la volatilidad de los Cambios de Signo político en Madrid.

Tanto el Gobierno como la Casa Real han insistido en la naturaleza "institucional" de la visita y se niegan a ser interpretados como un apoyo al régimen cubano. "Cuba es parte de la familia iberoamericana y uno no elige a los miembros de su familia, ni deja de interactuar con ellos porque no le gustan", afirman fuentes diplomáticas. "Esta es una ocasión histórica", dijo el ministro interino de Asuntos Exteriores, José Borrell, refiriéndose al 500 aniversario de la fundación de La Habana, "y el rey de España no podía faltar".

La ocasión parecía perfecta para establecer una verdadera política de estado hacia Cuba. Fue con José Manuel García-Margallo, Primer Ministro de Relaciones Exteriores de Rajoy, cuando la posición común promovida por Aznar fue enterrada en la UE, un cordón sanitario impuesto a La Habana en 1996. Tanto él como su sucesor, Alfonso Dastis, viajaron a la isla y trajeron en su agenda la preparación del futuro viaje del jefe de estado a la isla.

Sin embargo, las críticas a la visita del Rey lanzada por el presidente del PP, Pablo Casado, en medio de la campaña electoral ("Sánchez obliga a los reyes a visitar una dictadura. Me da vergüenza", dijo). por Citizens and Vox, evidencia de que Cuba sigue siendo una cuestión de queja interna en España más que de política exterior.

A pesar de esto, el viaje de los Reyes aspira a sentar las bases de una relación a largo plazo. Después de la recepción oficial en la sede del Consejo de Estado, donde Felipe VI y la Sra. Letizia fueron cordialmente recibidos por el presidente Miguel Díaz-Canel, y su esposa, Lis Cuesta, Borrell y su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, firmaron el nuevo acuerdo de cooperación. Este es un documento que define los ejes de la cooperación española para el período 2019-22 con una inversión esperada de 57,5 ​​millones de euros, enfocada en mejorar la productividad, el desarrollo sostenible y la efectividad de la administración.

Borrell dijo que, en las conversaciones con sus interlocutores cubanos, se había hablado de "todo", sin excluir los derechos humanos. Este miércoles, el Rey sostendrá una reunión con representantes de la sociedad civil en la Embajada de España, a la que se ha invitado a empresarios privados, periodistas de medios independientes y representantes culturales, como el actor Jorge Perugorría y el escritor Leonardo Padura. Nunca se consideró que se reuniera con disidentes, ya que Margallo, Dastis y el presidente Pedro Sánchez no lo hicieron cuando estuvo en noviembre pasado. Tampoco los presidentes extranjeros que han visitado Cuba, excepto el estadounidense Barack Obama.

Saludos a los Reyes en La Habana Vieja

Los Reyes durante un paseo por el


Los Reyes durante un paseo por el EFE

M. VICENTE / M. GONZÁLEZ

Los gritos de "¡Viva el Rey de España!" Y "¡Bienvenido a La Habana!" Han sido escuchados en la capital cubana. Felipe VI ha podido caminar por el casco antiguo, saludado efusivamente por turistas y vecinos, como su padre, Juan Carlos I, no pudo hacer hace 20 años cuando asistió a la Cumbre Iberoamericana en La Habana en medio de fuertes tensiones entre Fidel Castro y José María Aznar. Después de la recepción oficial, los reyes se pusieron ropa cómoda (guayabera, él; ella vestida de blanco) para caminar desde la Plaza de la Catedral hasta las Armas, rodeados por un fuerte cordón de seguridad que mantenía a raya a los curiosos.

Doña Letizia había llegado antes al convento de San Francisco, donde fue recibida efusivamente por la esposa de Díaz-Canel. Así comenzó el breve programa de la Reina en este viaje diseñado para sellar la normalización de las relaciones bilaterales, y para esto nada mejor que una visita a la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, fundada hace 27 años con la ayuda de la cooperación española. Desde entonces, más de 1,600 estudiantes se han graduado allí. La Reina pudo ver los talleres de yeso y vidrio, donde el director, Juan Carlos Pérez, explicó lo importante que es esta escuela para la restauración de una ciudad que cumple 500 esta semana.

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