Abascal anunció que actuaría en el debate de los cinco candidatos para La Moncloa como tigre, en lugar del perro. Luke de la propaganda del presidente de Ciudadanos, pero se presentó como un felino con piel de cordero, para no asustar al electorado. El líder de Vox tuvo que encontrar su propio espacio al abordar la crisis catalana, no confundirlo con el discurso de Casado y Rivera, y volvió a las concesiones que el PSOE de Felipe González y el PP de Aznar hicieron al nacionalismo catalán de Jordi. Pujol "De estos polvos, estos lodos", dijo.
Abascal, que nunca había participado en un debate de este tipo, comenzó a mirar la pantalla, siguiendo las instrucciones de sus asesores, pero poco a poco se relajó y adoptó un tono más natural. Fue entonces cuando comenzó a presentar los temas más espinosos, como la inmigración irregular, que insistió una y otra vez para poner sobre la mesa, o la exhumación de Franco, que nunca mencionó por su nombre.
Hizo algunas declaraciones incompatibles con la realidad, como que a la policía no se le permitió usar equipo antidisturbios en los primeros días de protestas contra la sentencia del tu procesas en cataluña o que el 86% de las denuncias de violencia de género se presentan cuando no alcanzan el 2%.
Casado prefirió ignorarlo y Sánchez se dirigía al primero ya Rivera para confrontarlos con las propuestas de su compañero en Andalucía o Madrid. Fue Rivera quien ingresó al combate cuerpo a cuerpo con Abascal, acusándolo de haber cobrado más de 80,000 euros al año de un chiringuito autónomo, como los que tanto critica, cuando Esperanza Aguirre lo nombró un dedo en la Comunidad de Madrid; o para mantener relaciones privilegiadas con el italiano Matteo Salvini, un aliado de los separatistas catalanes. Al final, Pablo Iglesias también lo enfrentó, luego de que el ultra líder supusiera ser el único candidato que había sido amenazado por ETA. Iglesias respondió que su candidata Rosa Lluch es la hija del ex ministro socialista Ernest Lluch, asesinado por la banda, y no se jacta de ello.
A pesar de su agresividad en el fondo, no en las formas, Abascal suavizó algunas de sus propuestas más controvertidas. Por ejemplo, pasó por alto su idea de privatizar parcialmente el sistema de pensiones, alegando que es un "debate técnico complejo". Y, en su minuto de oro, habló de la "transformación del Estado autónomo", y no de su eliminación simple y plana, como defiende el programa Vox. Y que presumió que, por primera vez, podría presentar sus propuestas "sin manipulación"; es decir, sin la mediación de la prensa.