Un exjugador de fútbol americano de la escuela secundaria McKinley en Canton (Ohio, EE.UU.) ha presentado una demanda junto con sus padres contra sus entrenadores por obligarlo a comer pizza con pepperoni a sabiendas de que pertenece a la comunidad israelita y es hebreo.
El joven asegura que los entrenadores sabían que su religión le prohíbe comer carne de cerdo, pese a lo que insistieron en que se tomara la pizza como castigo por haber faltado a un entrenamiento, al tiempo que le advirtieron que su lugar en el equipo estaría en peligro si se negaba a hacerlo.
El atleta, de 18 años, que presentó la demanda el pasado miércoles, exige millones de dólares de compensación por lo que considera una violación de sus derechos garantizados por la primera y cuarta enmienda a la Constitución, así como por el dolor y el sufrimiento que le ha ocasionado el incidente, que tuvo lugar el 24 de mayo del año pasado, cuando todavía tenía 17 años.
A raíz del escándalo, cuatro entrenadores, incluido el entrenador principal, no vieron renovado su contrato, mientras que otros tres, que eran ayudantes, fueron considerados como no elegibles para los puestos de entrenador. Por su parte, el demandante cambió de colegio tras las «amenazas» de sus compañeros del equipo y el público en general.
Acusaciones «falsas y difamatorias»
Aunque el joven insiste en que sus entrenadores estaban al tanto de que no comía carne de cerdo, estos lo acusan de mentir, por lo que han presentado una demanda por difamación contra su padre, su abogado y la administración de la escuela.
Los entrenadores aseguran que el exjugador decidió comer la pizza retirando los trozos de pepperoni en lugar de elegir la comida que no contenía carne de cerdo, y recalcan que no lo obligaron a hacer nada y que era libre de irse en todo momento. Como alternativa, le propusieron nuggets de pollo, que rechazó. Según ellos, lo que el joven presenta como un castigo habría sido, en realidad, un trato especial otorgado a un jugador que no cumplía con los estándares básicos para darle una lección «sobre el trabajo en equipo y la responsabilidad», mientras sus compañeros hacían ejercicio a su lado.
Su equipo de defensa presentó declaraciones de más de una decena de testigos como evidencia de que los entrenadores no forzaron al joven a comer la pizza en detrimento de sus convicciones religiosas y que las acusaciones de este tipo son «falsas y difamatorias», comentó el abogado Peter Pattakos a The Canton Repository.
Por otra parte, los entrenadores afirmaron que el exjugador fumaba marihuana con frecuencia, algo de lo que su propio padre estaba al tanto, y lo que tenía su reflejo en la cancha, donde manifestaba insubordinación y faltaba al respeto tanto a los mayores como a otros jugadores.