En Taiwán los sapos son un símbolo de riqueza y de prosperidad. Sin embargo, el descubrimiento inesperado en la isla de una especie invasora y venenosa ha llevado a las autoridades y a los ambientalistas locales a tomar medidas urgentes para detener su propagación, informa LiveScience.
El sapo de caña o sapo de mar (‘Rhinella marina’) es uno de los más grandes y venenosos, pues las toxinas que segregan son potencialmente mortales.
Originaria de América Central y del Sur, es una de las especies invasoras más peligrosas del mundo. En la década de los 30 del siglo XX esta especie fue introducida en Australia, pues se creía que ayudarían a combatir las plagas de la caña de azúcar (de ahí su nombre). Sin embargo, los anfibios pronto se convirtieron en un grave problema ambiental y en una amenaza para la fauna local.
Cuando se sienten amenazados, los sapos de caña que miden entre 9 y 15 centímetros segregan mediante las glándulas productoras de veneno un cóctel de distintas toxinas que podría ser letal para la mayoría de los animales, humanos incluidos. De hecho, muchos depredadores australianos mueren envenenados al comerse ejemplares adultos.
De ahí que no fuera casual la alerta de los biólogos taiwaneses cuando se enteraron de la aparición de sapos de caña en una granja en la localidad de Chaotun, cuyas fotos compartió en Internet una lugareña.
Tras constatar este primer caso de presencia del invasor venenoso en la isla, expertos de la Sociedad de Conservación de Anfibios acudieron a la granja. «Una operación de búsqueda rápida y masiva es crucial cuando se descubren sapos de caña», explica Lin Chun-fu, experto en anfibios del Instituto de Investigación de Especies Endémicas de Taiwán, citado por AFP. «No tienen enemigos naturales aquí en Taiwán», señala el biólogo, que advierte de su rápida reproducción.
Cuando el equipo de conservacionistas llegó a la granja, encontró allí y en sus inmediaciones 27 sapos, aunque desde entonces las incesantes búsquedas de los invasores en los alrededores de la localidad permitieron localizar 200 ejemplares en varias semanas de ‘redadas’.
En un intento por detener la propagación de sapos, los expertos dividieron la ciudad en cuadrados de 200 por 200 metros y examinaron cuidadosamente cada uno de ellos. Los anfibios fueron buscados de noche en huertos y arrozales con ayuda de linternas y de guantes para evitar el contacto con las glándulas venenosas de la piel del sapo. Posteriormente, el área de búsqueda se amplió a un radio de cuatro kilómetros alrededor de la ciudad.
Los especialistas esperan haber capturado a todos los sapos adultos en torno a Chaotun para que no dejen descendencia durante la temporada de reproducción la próxima primavera. Sin embargo, solo entonces será posible evaluar el éxito de su operación.