Un niño se convirtió en el centro de atención de la audiencia general del papa Francisco este miércoles, subiendo al escenario, consiguiendo un asiento junto al Pontífice e incluso un gorro papal blanco, conocido como solideo, como premio a su insistencia.
El niño, que parecía tener unos 10 años, se acercó al Papa al comienzo de la audiencia en la gran sala Pablo VI del Vaticano, pero no causó ninguna alarma a los funcionarios de seguridad, que no intentaron detenerlo.
Estrechó la mano del Papa, saltando delante de él. Cuando quedó claro que quería quedarse un rato, monseñor Leonardo Sapienza, el jefe de protocolo, se levantó y le cedió su silla a la derecha del Papa.
El niño, que según el Papa tenía una “limitación” médica, subió y bajó del escenario con total libertad, volviendo al centro varias veces mientras la audiencia continuaba con la lectura del discurso del Papa.
El niño señaló varias veces el gorro blanco del Papa, también conocido como zucchetto.
La insistencia del niño dio sus frutos. Se le entregó un solideo, lo que provocó los aplausos y las risas de la multitud de varios miles de personas. Finalmente después de conseguir su objetivo, regresó satisfecho con su madre, que se encontraba entre los fieles presentes.
“Este niño tuvo la libertad de acercarse y moverse como si estuviera en casa. Agradezco a este chico la lección que nos ha dado a todos. Que el Señor le ayude en su limitación, mientras crece, porque lo que ha hecho le ha salido del corazón”, dijo el Papa.
El gorro de seda blanco está formado por seis piezas cosidas entre sí. Según la tradición católica, los papas solo pueden desprenderse de él ante Dios como símbolo de respeto. Por ejemplo, durante la misa se lo retiran desde el Prefacio y vuelven a colocárselo después de la Comunión
Otros niños también en el pasado se convirtieron en protagonistas de la audiencia al pasear libremente por el estrado cerca del Papa e incluso sentándose en el silla destinada a Francisco, quien siempre valoró la libertad y la espontaneidad de los pequeños.