La situación en Estambul respecto a los derechos y manifestaciones del colectivo LGTB+ ha llegado a un punto crítico durante la décima semana del Orgullo, que había comenzado el 17 de junio. Las autoridades turcas han tomado medidas severas para evitar la realización del desfile del Orgullo programado para este domingo, bloqueando accesos en los distritos clave de Beyoğlu y Şişli, y cerrando estaciones de metro importantes como Taksim y Şişhane. Estas acciones incluyen la instalación de puestos de control y barricadas, así como la redirección de peatones hacia rutas alternativas, en un esfuerzo por impedir cualquier agrupación en la Plaza Taksim y áreas adyacentes.
En respuesta a las restricciones impuestas, los organizadores del Orgullo han optado por convocar reuniones en varios puntos alternativos de los distritos de Beyoğlu, Beşiktaş y Kadıköy, buscando mantener viva la llama del evento a pesar de las prohibiciones.
Desde el primer desfile del Orgullo en Estambul en 2003, el gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan ha mostrado una actitud cada vez más represiva hacia las concentraciones LGTB+, con arrestos frecuentes de activistas y el uso de fuerza excesiva como gases lacrimógenos y balas de plástico para disolver manifestaciones. Este patrón de represión se extiende también a otros ámbitos de la sociedad, como se refleja en la reciente decisión de la Facultad de Medicina de la Universidad Izzet Baysal de Bolu de eliminar la mención de «orientación sexual» del Juramento Hipocrático, alegando que no reconoce la existencia de la orientación sexual y acusando a los médicos de ser utilizados para propaganda.
Esta medida ha provocado una fuerte reacción por parte de los estudiantes de medicina, quienes la consideran contraria a los valores éticos universales de la profesión médica y a los derechos humanos. La situación en Turquía refleja un conflicto creciente entre los valores conservadores e islamistas del gobierno actual y las demandas de reconocimiento y respeto por parte de la comunidad LGTB+, en un país donde la homosexualidad ha sido legal desde 1858, pero que enfrenta una creciente hostilidad institucional y social hacia el colectivo LGTB+.