Por Juan Ariel Jimenez, Economista, docente de Harvard Univertiy
En el reciente discurso de rendición de cuentas, el presidente Abinader presentó un relato optimista sobre la situación del país, afirmando que, a pesar de los desafíos internacionales que ha enfrentado, en la actualidad el pueblo dominicano está mejor que hace cuatro años. Una semana después del discurso presidencial, es momento oportuno para ver qué es dato y qué es relato en el discurso oficial
Al respecto, para hacer un análisis justo y objetivo, el avance o retroceso de la República Dominicana en los indicadores económicos y sociales se debe comparar con lo ocurrido en otros países latinoamericanos, pues ellos al igual que nosotros han enfrentado el mismo COVID y el mismo escenario internacional.
A nivel de precios, según los datos del Banco Central la inflación acumulada desde agosto 2020 a la fecha es de 26%, con lo cual seríamos el segundo país de Centroamérica con mayor incremento de precios en este lapso, solo por detrás de Nicaragua que registra un 28%. En lo que respecta al precio de los alimentos, nuestro país lleva un aumento acumulado de 37%, ligeramente por debajo de Nicaragua que ha tenido un 39% de inflación acumulada.
En la región, países como Bolivia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Perú, Paraguay, México, Honduras y Uruguay han experimentado menor descontrol de precios en el período 2020-2024.
En lo relativo al empleo, el relato en la rendición de cuentas es que en este gobierno se ha alcanzado el menor desempleo de la historia. Al margen de que esta información es falsa, pues los propios datos del Banco Central dan cuenta que las menores tasas de desocupación se alcanzaron en 2019 y 2020, el análisis detallado de los datos de empleo muestra que la mayor creación de puestos de trabajo en este gobierno ha sido en el sector informal y en la nómina pública.
De hecho, el país todavía no ha alcanzado el total de empleos formales en el sector privado que tenía pre-pandemia. Los datos oficiales dan cuenta que, descontando administración pública y defensa, a finales de 2023 hubo 15,003 puestos de trabajos formales menos que a finales de 2019. Por el contrario, hay unos 248,849 empleados informales más que antes de la pandemia.
A nivel regional, en el informe “Panorama Laboral 2023”, la OIT destaca que solo la República Dominicana y Perú han tenido la negativa combinación de recuperación incompleta de la tasa de ocupación laboral y mayor tasa de informalidad al ponderar los avances en el mercado laboral entre 2019 y 2023.
Como consecuencia de lo anterior, los dominicanos hemos experimentado un fuerte deterioro en el poder adquisitivo. En el lapso 2019-2023, el costo de la canasta básica ha registrado un aumento de 9,646 pesos, mientras que los ingresos del trabajador dominicano promedio apenas han subido unos 4,325 pesos, para una pérdida de poder adquisitivo de 5,321 pesos.
Una triste consecuencia de lo anterior es que ha aumentado el hambre en el país. Según la FAO, la prevalencia de la desnutrición ha pasado de 5.5% en el período 2017-2019 a 6.8% en el lapso 2020-2022 (el organismo internacional solo publica promedio de tres años). Por el contrario, países como Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Panamá, México, Chile y Paraguay han logrado reducir los niveles de desnutrición en dicho período.
Y por supuesto, junto con el hambre viene la pobreza extrema. Según el informe de pobreza del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, entre el año 2019 y 2023 la cantidad de personas en pobreza extrema ha aumentado un 16%, para un total de 49,088 más de personas en indigencia económica.
Pero el deterioro durante estos cuatro años de gobierno no ha sido solo en el ámbito económico.
A nivel de seguridad ciudadana, los datos del Ministerio de Interior y Policía muestran que el país es hoy mucho más peligroso de lo que era antes de iniciar este gobierno. Desde el 2019 al 2023 la cantidad de homicidios ha aumentado un 44%, con lo cual nos convertimos en el cuarto país latinoamericano con mayor deterioro de la seguridad en este período, según datos del PNUD. A diferencia de naciones como El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Brasil donde la delincuencia ha disminuido en estos 4 años, en la República Dominicana la delincuencia ha aumentado. En educación el relato es que “hemos recuperado en su totalidad las tasas de matriculación de alumnos previa a la pandemia”, pero los datos del Ministerio de Educación desmontan este relato. Las últimas cifras oficiales muestran una tasa de cobertura en educación inicial de 31%, muy por debajo del 52% en 2019. Lo que es peor, la tasa de cobertura inicial ha bajado a niveles de 2006, para un retroceso de casi 20 años. En el nivel secundario la cobertura actual de 70% apenas se compara con la tasa de cobertura de 2013-2014, para un retroceso de casi una década.
En salud también se ha registrado un deterioro, al punto que las muertes maternas han subido un 5% comparando 2023 con 2019, mientras que las muertes infantiles han aumentado un 3%, según informaciones oficiales del Ministerio de Salud.
Viendo todo esto, ¿puede decirse que “hoy estamos mejor que hace 4 años” si en la actualidad hay más personas con hambre, más personas en pobreza extrema, menor poder adquisitivo, más homicidios, menor cantidad de niños en las escuelas, más muertes maternas y más muertes infantiles?
¿Puede usarse la excusa de la pandemia y del escenario internacional cuando se ve que la mayoría de los países latinoamericanos presentan avances mientras en la República Dominicana los datos muestran un retroceso?
En conclusión, aunque el discurso del presidente buscó transmitir una narrativa de progreso y bienestar sin precedentes, las cifras oficiales cuentan una historia distinta, cuentan más bien una historia de retroceso en todos los aspectos relacionados a la calidad de vida de las personas.
Y es que al final, como bien dice la frase: “dato mata relato”.
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