El mayor peligro para la ciberseguridad son los fallos humanos: así podemos evitarlos

El panorama mundial de ciberseguridad es complejo y cambia constantemente. Nuevas vulnerabilidades y amenazas surgen casi a diario. Aunque las organizaciones han avanzado en la implementación de medidas de seguridad avanzadas, resulta sorprendente notar que la mayoría de los incidentes de seguridad no son el resultado de técnicas de piratería sofisticadas, sino que a menudo se ven favorecidos por errores humanos.

El Foro Económico Mundial resaltaba en 2022 que un porcentaje significativo de los incidentes de ciberseguridad (95 %) son el resultado de errores humanos. Dejaba claro que el factor humano suele ser el eslabón más débil en las defensas de ciberseguridad de una organización.

El factor humano en la seguridad informática no tiene tanto que ver con las acciones maliciosas de personas que quieren dañar a la organización a la que pertenecen, sino más bien con errores inocentes de quienes no aplican medidas básicas de seguridad. Los protocolos de seguridad más sofisticados pueden verse afectados por un solo clic desafortunado de un empleado desinformado o descuidado.

Este artículo, vinculado al Proyecto Estratégico de Ciberseguridad DANGER financiado por el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (INCIBE) a través de la Unión Europea – NextGenerationEU y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, hace un repaso en cómo el factor humano constituye una puerta de entrada a los ataques y propone recomendaciones para ayudar a las organizaciones a fortalecer este eslabón más débil en la cadena de ciberseguridad.

Los nueve errores humanos más comunes

Contraseñas débiles. Usar contraseñas simples o comunes, compartirlas o almacenarlas incorrectamente, puede llevar a comprometer cuentas y sistemas enteros.

Uso de software no autorizado. Cuando los empleados instalan aplicaciones sin el conocimiento y aprobación del departamento de tecnología informática, pueden introducir vulnerabilidades y comprometer la seguridad de la organización.

Olvido de actualizar el software. No aplicar parches o actualizaciones necesarias puede dejar sistemas susceptibles a la explotación por ciberdelincuentes.