James Verone, un hombre de 59 años de Carolina del Norte, EE. UU, no tenía dinero ni trabajo pero sí una protuberancia en el pecho, artritis generalizada, síndrome del túnel carpiano y un problema en el pie izquierdo.
Así que esta semana fue al banco más cercano y le entregó -sin estar armado ni emplear la violencia- una nota a la cajera de turno que decía: «Esto es un atraco, dame un dólar».
«No estaba asustado», relató luego James Verone.
Tras entregar el papel, se sentó en uno de los sillones del banco a esperar que la policía llegara y lo arrestara.
Su plan para obtener atención médica gratuita se había materializado.
Así es, este hombre planeó el robo de $1 para obtener atención médica gratuita en la cárcel.
A pesar de que su fianza fue reducida de US$100.000 a US$2.000, Verone no tuvo ninguna intención de pagarla.
Verone dijo a la prensa local que le gustaría estar preso durante al menos tres años, para poder solicitar los beneficios de la seguridad social -que en EE.UU. pueden obtenerse a partir de los 62 años- durante el resto de su vida.
Se trata de una historia dramática, que ejemplifica muy bien la desesperación que puede llegar a invadir a aquellos estadounidenses que se enferman -o sufren un accidente- sin tener un seguro médico privado.