El artículo aborda el desafío de fomentar el hábito de la lectura en los niños y jóvenes, una preocupación compartida tanto por padres como por maestros y la sociedad en general. A pesar de la falta de una respuesta definitiva sobre cómo lograrlo, el artículo propone algunas estrategias y reflexiones para promover una relación amigable con la lectura.
El enfoque inicial es en la importancia del ejemplo y el modelo que los adultos, especialmente los padres, dan a los niños. Los niños aprenden de lo que ven más que de lo que escuchan, por lo que si ven a sus padres disfrutando de la lectura, es más probable que se sientan atraídos por ella.
Se menciona la contradicción entre lo que decimos y lo que hacemos, como cuando los padres hablan de normas de urbanidad pero no las aplican en su vida cotidiana. El artículo sugiere que este doble discurso también se refleja en la relación con la lectura. Si los padres hablan de la importancia de la lectura pero no la practican, los niños pueden percibir esto como un mensaje confuso.
Se destaca la idea de que la mejor manera de producir lectores es generar un contexto en el que la actividad de la lectura sea posible y alentada. Para lograrlo, se proponen estrategias prácticas como tener libros disponibles en casa, compartir lecturas en familia, visitar librerías juntos, explorar diferentes tipos de lectura (no solo ficción), asistir a eventos relacionados con la lectura y la literatura, entre otros.
El artículo concluye enfatizando que el contexto que se genera en el entorno familiar y social es fundamental en la formación de hábitos de lectura en los niños. Si los adultos valoran la lectura y los libros, es más probable que los niños también lo hagan.
En resumen, el artículo resalta la importancia del ejemplo y del contexto en la formación de hábitos de lectura en los niños. Propone una serie de estrategias prácticas para crear un ambiente propicio para la lectura y para transmitir la importancia de esta actividad a las generaciones más jóvenes.