“Notas herbáceas con un regusto ácido y un toque de vainilla sobre un olor subyacente a moho”. Así describieron los investigadores de la University College de Londres el olor de los libros antiguos. Una experiencia olfativa que tal vez resuene contigo si has deambulado por puestos de libros usados, bibliotecas públicas o la vieja biblioteca de algún familiar.
Estos olores son el resultado de una serie de sustancias químicas llamadas compuestos orgánicos volátiles o COVs. A diferencia de los libros modernos, que desprenden olores distintos debido a los cambios en su fabricación, los libros antiguos liberan COVs vinculados a esos agradables olores a medida que avanza su deterioro.
El origen de estos olores está en la química del papel. El papel se compone de fibras de celulosa unidas por lignina. La celulosa es un polímero de largas cadenas de glucosa, mientras que la lignina es un polímero complejo presente en las células vegetales. Las tintas y encuadernaciones agregan otros compuestos orgánicos al conjunto que también contribuyen al olor.
Con el tiempo, factores como la luz, el calor y la humedad descomponen estos componentes, liberando COVs que se evaporan en el aire. El aroma a almendra proviene del benzaldehído, presente en el papel. La vanilina, un constituyente natural de la madera y el principal componente de la vainilla, es causante de un dulce toque a vainilla. El etilbenceno, usado en tintas y pinturas, despierta un aroma dulce a plástico. Y el 2-etil hexanol, presente en solventes y fragancias, tiene un ligero olor floral.
Los libros nuevos, fabricados con químicos modernos o sintéticos como el peróxido de hidrógeno y los dímeros de alquil ceteno, desprenden COVs diferentes, menos agradables.
De hecho, si se analizan los COVs es posible determinar la edad y condición de un libro. La mezcla de estos compuestos puede revelar si un libro proviene de una antigua prensa de imprenta o de una editorial del siglo XIX. Además, permiten identificar necesidades de conservación y preservación.
Más allá de esta explicación científica, el factor psicológico y la nostalgia es fundamental para entender por qué el olor de un libro nos parece agradable. Los libros tienen un fuerte valor cultural y muchas personas han crecido valorando la lectura y asociando el acto con momentos placenteros.