El Canal de Panamá ha sido severamente afectado por los efectos de la sequía en la región, lo que ha llevado a la baja de los niveles de agua en el lago Gatún, que abastece al canal. La falta de lluvias y la disminución de agua en el lago han llevado a una serie de medidas operativas para poder mantener las operaciones del canal, pero con consecuencias significativas.
El canal utiliza agua dulce del lago Gatún para operar su sistema de esclusas, que permite que los buques floten y atraviesen el canal. Sin embargo, debido a la prolongada estación seca y las condiciones climáticas adversas, se han implementado restricciones en el número de buques que pueden usar el canal diariamente, se han establecido cargos por excedentes y límites de peso, y se han fijado calados más bajos.
Estas medidas han llevado a retrasos en el tráfico de buques a través del canal, con alrededor de 130 buques enfrentando retrasos de entre 15 y 19 días. Esto ha resultado en pérdidas millonarias para las navieras y una preocupación creciente sobre los posibles impactos en los precios de los bienes de consumo transportados, debido a las demoras y las nuevas tarifas.
A pesar de los desafíos, las autoridades del Canal de Panamá destacan que estas medidas son necesarias para enfrentar la escasez de agua dulce y que el canal sigue siendo competitivo en el comercio mundial. El canal, que conecta el océano Atlántico con el Pacífico, es un punto vital en las rutas marítimas comerciales, permitiendo a los buques evitar la ruta más larga alrededor del Cabo de Hornos.
El Canal de Panamá ha sido un componente esencial en el comercio global desde su construcción a principios del siglo XX, y las medidas actuales reflejan los desafíos continuos que enfrenta para mantener sus operaciones en medio de condiciones climáticas cambiantes.