¿Qué hacían los romanos para combatir el calor hace 2000 años?

El ser humano ha ideado muchas maneras de refrescarse a lo largo de la historia. Y las soluciones básicas empleadas contra el calor siguen muy vigentes: huir de él hacia zonas geográficas con temperaturas más bajas, consumir productos fresquitos, mantener la casa fresca y disfrutar de un buen chapuzón cuando sea posible. La gran diferencia de nuestra actualidad con el pasado solo se ha dado en los dos últimos siglos de historia, cuando el avance tecnológico ha surtido a las casas de frigoríficos, ventiladores y el producto estrella del verano: el aire acondicionado. Pero allí donde la tecnología no facilita la vida en verano, se sigue empleando el ingenio y esto ha sido una constante en la historia. En esta ocasión nos remontaremos hasta el mundo antiguo y el imperio más importante de entonces. Hace 2000 años, los romanos ya habían ideado sus propios sistemas de refrigeración y medios para refrescarse en verano. He aquí algunas curiosidades al respecto.

¿Cómo mantener la casa fresca durante el Imperio romano?

Las civilizaciones más destacadas de la Antigüedad nacieron en Egipto, el Próximo Oriente, Grecia y el centro de la península italiana, regiones todas ellas donde el calor aprieta de lo lindo los meses de verano. Así que, entre las preocupaciones cotidianas de estos pueblos, combatir el calor debió ser una de las prioritarias. Claro está, igual que ocurre hoy y siempre en la historia, la diferencia entre clases sociales deja su impronta también en las opciones a las que cada uno podía llegar. Pero desde el emperador al más humilde de los campesinos, en la Antigüedad se las arreglaron para sobrellevar lo mejor posible las olas de calor insufribles del verano en el Mediterráneo.

Ya los antiguos egipcios colgaron en las ventanas esteras de papiro mojadas para refrescar el flujo de aire que recorría las casas. Si en algo destacaron los romanos fue en el desarrollo de la ingeniería, así que tuvieron en cuenta el calor a la hora de levantar sus ciudades. No solo escogían los materiales más adecuados para construir, sino que orientaban la vivienda con respecto al sol y colocaban los vanos de la casa en extremos estratégicos que procuraran una agradable corriente de aire.

Turismo romano

Un elemento característico del verano son los viajes. En la medida de lo posible, no fue una solución ajena en el Mediterráneo antiguo. Nobles y adinerados, sobre todo, se marchaban de Roma u otras calurosas ciudades romanas hacia la montaña o la costa. La migración hacia climas más benevolentes es una de las principales acciones de todos los seres de la naturaleza y el ser humano la sigue cumpliendo. Los emperadores y patricios romanos tenían para ello sus villas de verano, a donde se retiraban en los meses más calurosos del año para disfrutar del fresco de la montaña o remojarse en la playa. Suetonio, historiador romano de los siglos I y II, escribió la Vida de los doce Césares y en su obra podemos leer sobre el emperador Nerón que:

“Prolongaba sus comidas desde el mediodía a medianoche, y de cuando en cuando tomaba baños calientes, o bien durante el verano baños refrescados con nieve”.

Bikini romano
Mosaico en la Villa romana del Casale. Holger Uwe Schmitt / Wikimedia

Refrescos, helados y piscina

Efectivamente, los romanos tenían acceso a hielo en verano, sobre todo los ricos. Muchas domus romanas contaban con un pozo de hielo, un espacio preservado y cubierto con una cúpula en el que se acumulaba nieve de las montañas durante el invierno y se mantenía durante el verano. Lo utilizaban tanto para conservar alimentos como para un uso refrescante en baños y bebidas. De hecho, los romanos ya tomaban helados. Mezclaban nieve con zumo de frutas y miel para obtener una crema con la que refrescarse el paladar y el gañote.

Hace 2000 años, los romanos ya contaban con objetos fabricados para combatir el calor como el abanico o el botijo para enfriar el agua. Muchos privilegiados vivían en ciudades con acueductos que transportaba agua fresca hasta lugares públicos. De nuevo, los más pudientes tenían la capacidad de hacerse con esta agua para regar con ellas las paredes de su casa y mantener más fresco el interior. Además, la higiene romana era una cuestión pública. Toda ciudad romana que se preciara debía contar con unas letrinas y termas de libre acceso para los ciudadanos romanos. En ellas se organizaban distintos circuitos de baños y masajes. Una de las opciones era el frigidarium, la piscina de agua fría, que haría las delicias de los romanos en los días de calor. Al igual que la llamada natatio, la piscina al aire libre utilizada para nadar, pero, al igual que nuestras piscinas públicas de hoy día, eran capaces de hacer más llevadera la tarde a muchos habitantes del imperio romano.