La música es una de las artes más antiguas y populares que existen. A lo largo de los años, ha ido desarrollando una serie de variables y formatos que siguen triunfando en todo el mundo y consiguen conmover cientos de miles de almas que escuchan el frenesí de acordes. Desde personas en solitario o pequeños grupos hasta orquestas que llenan las mejores óperas y los grandes teatros del mundo, los músicos suelen ser admirados por su dominio en esta disciplina que sigue siendo una gran desconocida para muchas personas debido a todo lo que abarca. En el mundo de la música clásica, las dos agrupaciones de intérpretes más comunes son la orquesta sinfónica y la orquesta filarmónica pero, ¿en qué se diferencian?
En ambos casos, se trata de un conjunto de músicos y sus instrumentos que interpretan piezas musicales distribuidos sobre el escenario de una forma concreta y siguiendo las indicaciones del director. Suelen interpretar obras de música clásica, desde sinfonías hasta una ópera, y lo hacen acomodando todas las familias de instrumentos (cuerda, viento madera, viento metal y percusión), pero la composición de la orquesta se adapta y cambia según la obra que se interprete. El número de músicos que las componen debe ser superior a 80 e inferior a 100 aunque esto, normalmente, es tomado más como una referencia que como una norma.
Con todas estas características en común, es lógico que ambos términos se suelan utilizar como sinónimos e incluso muchos profesionales de la música no vean ninguna diferencia entre ambas. Pero aunque todas las filarmónicas son sinfónicas, no todas las sinfónicas son filarmónicas. El rasgo que distingue a las orquestas filarmónicas respecto a las sinfónicas, además de que surgieron más tarde, es que suelen estar formadas por miembros de asociaciones amantes de la música pero que no son músicos profesionales ni tienen una gran formación en este campo.
La palabra filarmónica parece derivar del griego y significa ‘amante de la música’. A diferencia de una orquesta sinfónica, el término «filarmónica» no describe inherentemente al conjunto en sí. En cambio, se usa para diferenciar entre múltiples orquestas dentro de la misma ciudad o región.
El término «sinfonía» se originó en el siglo XVIII y se refería a una forma musical específica que consta de múltiples movimientos, normalmente cuatro. Más tarde pasó a representar al gran conjunto que interpreta tales obras. Las orquestas sinfónicas han evolucionado con el tiempo, aumentando en tamaño y complejidad para adaptarse a las demandas de los compositores y al creciente repertorio de la música orquestal.
Las orquestas pertenecientes a una asociación musical, cuyos miembros dedican su tiempo y dinero a actividades musicales, serían consideradas una filarmónica. Estas primeras asociaciones de melómanos surgieron en Europa como parte de la riqueza cultural que caracterizaba a la alta sociedad del siglo XVII. En Austria, la Academia Philharmonicorum se fundó en 1701 y el primer uso conocido de este término en lengua inglesa es de un siglo después (1813), cuando se creó en Londres la llamada Sociedad Filarmónica.
Así, si bien es cierto que ambos se refieren a grandes conjuntos de músicos que interpretan música orquestal, existen diferencias sutiles entre los dos conceptos. Hoy hemos aprendido que hay dos diferencias troncales sobre todo: la estructura del conjunto y la terminología.