El pasado domingo, cuatro científicos ataviados con monos negros entraron en un hábitat impreso en 3D de 157 metros cuadrados del que no volverán a salir en los próximos 378 días. Se trata de la misión CHAPEA (Crew Health and Performance Exploration Analog) un proyecto de la NASA que busca investigar los retos a los que se enfrentarán las futuras tripulaciones a Marte.
“Me siento increíblemente afortunada y bendecida de ser parte de esta tripulación y de esta misión”, dijo la científica investigadora Kelly Haston, una de las cuatro participantes en el estudio en curso, durante una conferencia de prensa antes de ingresar al hábitat. “Es un punto culminante personal y profesional ser a la vez científico, sujeto de prueba y producir datos que puedan permitir nuevos métodos y viajes espaciales más seguros”.
Haston fue seleccionada el pasado mes de abril junto al ingeniero estructural Ross Brockwell, el médico de urgencias Nathan Jones, y la microbióloga Anca Selariu. Ninguno de ellos pertenecía estrictamente a la NASA. El anuncio que la agencia hizo en su día solicitaba tan solo ciudadanos estadounidenses altamente motivados y con formación científica entre los 30 y los 55 años para tomar parte en un proyecto que suponía encerrarse durante un año por la ciencia.
El lugar de su encierro es Mars Dune Alpha, un hábitat impreso en 3D por la empresa ICON en terrenos del Centro Espacial Johnson en Houston, Texas. La base espacial es como un apartamento con dos baños, cocina, dormitorios privados, un área de trabajo y otra recreativa. Aunque suena coqueto, el hábitat dista mucho de ser una casa de Gran Hermano. “El hábitat está pensado para simular todos los retos de una misión a Marte, incluyendo los recursos limitados, posibles fallos de equipo, retardo en las comunicaciones con el exterior y otros factores ambientales estresantes”, explicó la NASA.
No es para menos. La idea es que el experimento sirva para calibrar mejor los retos a los que se enfrenta una misión a Marte. El planeta rojo es un desierto árido y gélido sometido a un constante bombardeo de radiación y una atmósfera ténue y completamente irrespirable. Simulaciones como esta ayudarán a la NASA a diseñar mejor futuras misiones al planeta.
El hábitat tiene hasta un pequeño patio con arena roja en el que los habitantes deberán dar simular caminatas por la superficie de Marte, realizar tareas de mantenimiento, o gestión de robots. En el interior deberán tratar de cultivar su propia comida y llevar a cabo todo tipo de experimentos además de mantener su higiene y hacer ejercicio.
“La analogía es fundamental para probar soluciones que satisfagan las necesidades complejas de vivir en la superficie marciana”, dijo en un comunicado Grace Douglas, científica principal del esfuerzo de investigación de Tecnología Alimentaria Avanzada de la NASA en el Centro Espacial Johnson. “Las simulaciones en la Tierra nos ayudarán a comprender y contrarrestar los desafíos físicos y mentales que enfrentarán los astronautas antes de irse”.
El proyecto también servirá para estudiar los efectos psicológicos de la convivencia prolongada en un lugar tan complicado como una base marciana.