Cada vez que suben las temperaturas (y más ahora, frente a la primera ola de calor de este año en España) nos surge la necesidad de encontrar fórmulas para refrescarnos, especialmente para poder dormir bien. Echar mano de un ventilador puede ser uno de esos recursos, pero pasarnos el día (y sobre todo la noche) pegados a este aparato puede tener también consecuencias negativas.
El papel de la humedad. Una de las formas de las que los ventiladores nos refrescan es ayudando a quitarnos de encima el sudor. Es sudor es una forma natural que tienen nuestro cuerpo de aliviar el calor. El mecanismo es sencillo: nuestro calor corporal pasa al agua que segregamos, y cuando esta se evapora también se disipa este exceso de temperatura. Los ventiladores pueden ayudar en este proceso (al menos si la humedad es baja).
Aunque el efecto de los ventiladores no sea tan acusado como el del aire acondicionado, dormir con uno cerca puede hacer que perdamos no solo se disipe nuestro sudor, sino que nuestras vías respiratorias se sequen también. Esto puede causar irritación cuando nos despertemos.
Alérgenos. El segundo de los problemas que puede causarnos dormir con uno de estos aparatos afecta especialmente a personas alérgicas. Las corrientes de viento generadas por un ventilador pueden arrastrar consigo alérgenos como polvo (o los ácaros asociados a este), polen o pelo. Las reacciones alérgicas a estos pueden variar, pero en cualquier caso no ayudarán a un sueño reparador.
Equilibrio. A pesar de ello los ventiladores también tienen sus ventajas. La más evidente es que cumplen con su cometido, es decir, nos refrescan. Dormir es a veces una misión que roza lo imposible cuando el calor aprieta, y bajar unos grados la temperatura puede ayudarnos a descansar mejor. Por eso a veces es necesario recurrir a estrategias de diversa índole para enfriar el ambiente.
Los ventiladores tienen otra ventaja más, y curiosamente es una contra la que muchos aparatos eléctricos luchan: el ruido. El ruido de las aspas de un ventilador puede ayudarnos a conciliar el sueño al escucharlo de fondo, al ser un ruido suave y monótono capaz de enmascarar otros más molestos y, en general, de inducirnos el sueño.
Prevenir efectos adversos. Existen formas de poder sacarle partido a los ventiladores minimizando su impacto negativo. La primera forma de hacerlo es evitando el flujo directo de aire. Situar el ventilador a cierta distancia de nosotros y hacerlo oscilar puede ayudarnos con ello. Hay que tener en cuenta que el ventilador, al remover el aire permite que el aire caliente, más ligero, ascienda hacia la parte superior de la estancia y el aire frío descienda.
Para evitar el problema de la sequedad basta con mantener cierto nivel de humedad en el cuarto. No es conveniente pasarnos, puesto que a temperaturas y humedades altas el ventilador no conseguirá que ésta se disipe de nuestra piel.
Para envirar que el ventilador remueva los alérgenos de nuestra estancia lo mejor es evitar que éstos se acumulen. Mantener el aparato limpio es también muy recomendable en este contexto. Finalmente, no debemos olvidar poner el temporizador para apagar el ventilador. Podemos utilizar uno externo si nuestro aparato no cuenta con esta función.
Otros recursos a nuestra mano. Es probable que un ventilador por sí mismo no sea capaz de evitarnos pasar calor estos días. Por eso es imprescindible conocer más recursos para mantenernos frescos. Una buena ventilación de nuestro hogar es imprescindible. Conocer qué textiles nos permiten disipar más el calor también puede ayudarnos a descansar con propiedad. Mantenerse hidratado también es una buena idea siempre.
Dormir puede ser una tarea especialmente difícil para muchos en verano, lo cual puede tener un impacto negativo sobre nuestra salud, bienestar y productividad. Pero poner en riesgo otros componentes de nuestra salud puede no merecer la pena. Por ello siempre existen estrategias para evitarnos problemas derivados del calor. Ir aprendiendo estas estrategias va a ser imprescindible para adaptarnos a nuestro nuevo entorno.