Por la superficie de la Luna han pasado diversos artefactos terrícolas e incluso los propios humanos lograron pasear por el satélite del planeta Tierra. Pero entre las huellas que hemos dejado allí arriba hay una especialmente emotiva. Un trozo de papel metido en un plástico en un intento de conservarlo mejor podría estar siendo arrastrado por una ráfaga de viento lunar en estos instantes. Se trata de una fotografía en cuya parte trasera llevaba escrito:
“Esta es la familia del astronauta Charlie Duke del planeta Tierra que aterrizó en la luna el 20 de abril de 1972”.
El astronauta más joven en pisar en la Luna
De los 12 astronautas que han pisado la Luna, Charles Duke fue el más joven en realizar tal hazaña para la humanidad. A sus 36 años y 201 días fue el encargado de pilotar el módulo lunar Orión de la misión Apolo 16 y en su paseo espacial exploró el cráter de Descartes junto a John W. Young. Ambos se ocuparon de recoger muestras lunares para su estudio en una de las misiones más fructíferas de todo el programa espacial llevado a cabo por los Estados Unidos de América. Claro que el sueño de convertirse en astronauta requiere de mucho esfuerzo y trabajo constante que obliga a sacrificar otros asuntos de la vida. Entre los más dolorosos está el tiempo perdido con la familia. Duke tenía esposa y dos hijos que lo consideraban todo un héroe, pero él, lleno de culpa, les hizo una de esas promesas tan típicas de las películas románticas: los llevaría a la Luna. Y así lo hizo, pero de manera figurada, claro. El propio Duke contó en una entrevista lo que había supuesto para él viajar a la Luna:
“Primero lo describiría como la culminación de seis años de intenso entrenamiento y dedicación, interminables sesiones en los simuladores que luego culminarían en el Apollo 16, junto a mis compañeros John Young y Ken Mattingly, en abril de 1972. Aún recuerdo los momentos previos al despegue y la vibración de todo mi cuerpo durante el encendido del cohete Saturno V que nos llevó a la Luna, en cuestión de segundos cruzamos la atmósfera terrestre y así comenzó el primer día de los once más emocionantes de mi vida.”
¿Qué se siente en la Luna?
Uno de los momentos más sensibles debió ser cuando, una vez sobre la superficie de la Luna, Duke se sacó del bolsillo una foto de su familia envuelta en plástico, la dejó en el suelo y sacó una de las fotografías más emotivas de cuantas demuestran el paso del hombre por la Luna. Al ser preguntado por sus sensaciones en el espacio, el astronauta contó que:
“Sin dudas lo más espectacular que un hombre puede ver es la Tierra desde el espacio, allí estaba a más de 20.000 km de distancia con todos sus océanos, continentes y nubes, colgada del negro cosmos. Ya en la Luna no salía de mi asombro, era una quietud y una soledad increíbles, lleno de paisajes y cráteres donde solo se distinguen tonalidades de gris, me sentí un privilegiado de haber sido uno de los doce hombres que tuvo esta experiencia”.
Los sacrificios de un astronauta
Sin embargo, en la entrevista realizada con motivo de su visita a Argentina en septiembre de 2001, Duke todavía tenía presente lo que supuso su preparación como astronauta:
“A pesar de haber viajado a los cielos no había encontrado a Dios en mi viaje, ni en las Iglesias, lo único que había encontrado era mi matrimonio resentido por lar largas ausencias y dedicación que había puesto en el programa Apolo, pero ahora Dorothy estaba deprimida porque su vida era nuestro matrimonio y el mismo estaba fallando”.
Su gesto al dejar una fotografía de su familia en la Luna fue un intento de compensar el esfuerzo que todos realizaron para que él pudiera convertirse en astronauta. Nadie ha vuelto a ver la fotografía de Charles Duke y su familia y el propio astronauta duda de que quede algún rastro de ella. Hay que tener en cuenta que la temperatura en la Luna tiene unos cambios muy extremos con noches que pueden rondar los -184 grados Celsius y días de hasta 214 grados. Por lo que, desde luego, supondría una situación límite para comprobar la resistencia del papel y el plástico que fabricamos en la Tierra. Con todo, no se puede asegurar el paradero de la fotografía, pues no es descartable que fuera arrastrada hasta un refugio en el que aún se mantenga preservada.
Cada vez que miramos a la Luna es fácil soñar despiertos, imaginarnos viajes ficticios y pensar en las historias reales sobre la carrera espacial del ser humano, siempre ávido de llegar a las fronteras más alejadas. Sin duda, una de las emocionantes es pensar en la fotografía de una familia que quedó abandonada en la Luna como una de las expresiones más humanas que se hayan realizado en el satélite que orbita el planeta Tierra.