La nueva revolución de la movilidad siempre está a la vuelta de la esquina. Motores rotativos que serán la tabla de salvación de la combustión, actualizaciones de motores diésel para alargar su vida con combustibles ecológicos o la popularización de los combustibles sintéticos son solo algunas de las ideas que han saltado en los últimos meses.
Y, sin embargo, lo que sí está cambiando la movilidad en los entornos urbanos son los aparatos de micromovilidad. Los patinetes han pasado de ser solución a problema y las bicicletas eléctricas proliferan en las ciudades, tanto privadas como en forma de alquiler compartido como alternativa al coche.
Precisamente en a este último vehículo ha llegado la última idea que promete un cambio rupturista con todo lo visto hasta ahora. No hablamos de bicicletas eléctricas que, en realidad, no son bicicletas. Hablamos de bicicletas de hidrógeno.
La bicicleta de hidrógeno como revolución
El concepto de bicicleta de hidrógeno no es nuevo. En 2019 ya hablábamos de ‘alpha’, una compañía que prometía lanzar al mercado una bicicleta eléctrica capaz de apoyar al ciclista durante 150 kilómetros.
Nuestro compañero Raúl Álvarez explicaba que «dentro de la bicicleta ‘alpha’ encontramos una batería de iones de litio y una pila de combustible, que es alimentada por un cilindro de gas de hidrógeno» y que el objetivo, a futuro, era crear cartuchos intercambiables de hidrógeno.
Este concepto con cartuchos de hidrógeno de «quita y pon» también se ha propuesto para vehículos, dada la escasez de hidrogeneras que encontramos en Europa. Una particularidad de la que se ha hecho eco NamX y Toyota. Sin embargo, tampoco parece sencilla la opción de repartir pequeñas cápsulas de hidrógeno como si fueran bombonas de butano.
El otro gran proyecto del que se ha hablado en los últimos meses tiene como protagonista a la firma china Yuoun. Esta compañía puso en funcionamiento en la ciudad china de Changzhou «el primer servicio de bicicletas de hidrógeno del mundo», según aseguran en su web.
Estas bicicletas, aseguran, pueden auxiliar en la pedalada al ciclista durante 70 kilómetros y pueden alcanzar una velocidad máxima de 23 km/h (todavía por debajo de las regulaciones europeas).
Lo último que sabemos sobre la compañía es que, desde marzo, dicen estar fabricando estas bicicletas de hidrógeno que funcionan con pequeñas cápsulas «que pueden reemplazarse en 10 segundos». Con tres modelos (uno de ellos plegable) dicen poder alcanzar las 50.000 unidades producidas al año y las 200.000 unidades producidas anualmente a partir de 2025.
La duda, evidente, es cómo recargar estas bicicletas si las estaciones de hidrógeno siguen siendo algo muy costoso de levantar y escasas en la calle. Yuoun quiere simplificarlo vendiendo también la propia máquina de producir hidrógeno.
La adopción de la tecnología en Europa se antoja, sin embargo, muy complicada. Al precio de las bicicletas eléctricas, bastante alto en muchas ocasiones, habría que añadirle un sistema mucho más complejo y caro para un vehículo que se recarga con facilidad y que no requiere ni de la proliferación de estaciones de servicio de hidrógeno ni de autonomías mucho mayores que las que ya se ofrecen, especialmente en el ámbito urbano.
De momento, llevamos desde 2007 hablar de las bicicletas con recargas de hidrógeno y, 16 años después, se encuentran en el mismo punto muerto que entonces.