Una nueva investigación que se ha publicado en Evolutionconcluye que los perros modernos, que se han criado en los últimos 150 años, tienen el cerebro más grande en comparación con el tamaño de su cuerpo que los canes antiguos.
El hallazgo ha sorprendido a los investigadores, pues numerosos estudios previos han demostrado que la domesticación de los animales salvajes, como perros, gatos, cerdos, ovejas, vacas, etc, lo que ha hecho es justo lo contrario, es decir, reducir el tamaño del cerebro de los animales con respecto al resto de su cuerpo. Cuando se compara el tamaño del cerebro con respecto al del cuerpo, hablamos de tamaño relativo del cerebro.
Que con la domesticación mengüe el cerebro se ha achacado a que ya domesticados, los animales no necesitan tanta potencia cerebral para sobrevivir.
El cerebro de un lobo es un 24 % más grande que el de un perro de tamaño similar. Los investigadores también vieron que cuanto más distintas genéticamente hablando eran las razas de perros con respecto a un lobo, más grande era su cerebro.
Los resultados del estudio sugieren que, si bien la domesticación del perro hace miles de años podría haber reducido inicialmente partes de su cerebro, como las relacionadas con la elección de pareja, los depredadores o la caza, la cría moderna ha provocado un modesto crecimiento cognitivo en el último siglo y medio.
«Las distintas razas de perros viven en distintos niveles de complejidad social y realizan tareas complejas que probablemente requieran una mayor capacidad cerebral», dijo Niclas Kolm, biólogo evolutivo de la Universidad de Estocolmo y uno de los autores del estudio. Siguiendo este razonamiento, los investigadores se plantearon la idea de que algunos canes criados por humanos para desempeñar tareas complejas, como el pastoreo o el deporte, serían dueños de un cerebro más grande.
Resultó que los científicos se equivocaban y que el único factor que parecía influir en el tamaño del cerebro de los perros modernos no era su raza, el tamaño de las camadas o su esperanza de vida sino lo alejados que estuvieran sus genes de los del lobo.
De hecho, los investigadores no encontraron diferencia alguna en el tamaño relativo del cerebro en las razas establecidas por el American Kennel Club, que es el registro de pedigrí de perros de razas puras de Estados Unidos.
En estudios previos se ha visto que el tamaño absoluto del cerebro (tamaño total) de un perro influye en su memoria y autocontrol pero no parece tener tanta fuerza como para influir en el tamaño relativo del cerebro de la raza en general.
Los resultados del estudio se alinean con los de otras investigaciones recientes, que también sugieren que el comportamiento para el que se crían ciertos perros no es evidente en su composición genética.
«Quizá el entorno social más complejo, la urbanización y la adaptación a más normas y expectativas hayan provocado este cambio, que afecta a todas las razas modernas», especula la etóloga Enikő Kubinyi, de la Universidad Eötvös Loránd de Hungría.
Esto estaría en la línea de la hipótesis del cerebro social, que dice que los cerebros grandes pueden evolucionar para adaptarse a entornos sociales más complejos.
Investigaciones anteriores, por ejemplo, han descubierto que los perros que están más emparentados con los lobos son peores comunicándose con los humanos.
Para saber más sobre las diferencias entre los cerebros de los perros antiguos y los modernos y los de los lobos, el equipo sugiere que en futuras investigaciones se compare el tamaño de las distintas regiones cerebrales. De esta manera, afirman, podríamos averiguar el impacto que hemos tenido los seres humanos en el cerebro canino y en el comportamiento de los perros.