Cuando después de dar el «sí quiero» Ekaterina Dmitriev quiso posar para las fotos de boda tuvo que conformarse con una figura de cartón a escala real de su nuevo esposo, Yuri Malenchenko. El motivo era muy sencillo: en el momento de la ceremonia el novio no estaba en Houston, con Dmitriev, sino flotando a unos 430 kilómetros por encima de su cabeza y la del resto de invitados al enlace, a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Su casamiento —celebrado el 10 de agosto de 2003— se considera el primero cósmico, aunque en realidad solo uno de ellos estaba en el espacio y necesitaron un enlace satelital para comunicarse.
Hay parejas que ya quieren ir más allá, con una ceremonia espacial en toda regla. Y claro, empresas dispuestas a satisfacerlas.
Un «sí quiero» por todo lo alto. Y tan por todo lo alto. La idea que ya ronda a los responsables de Space Perspective, una startup con sede en EEUU, es ofrecer bodas en el espacio. Quizás suene extravagante, pero como reconocía el sábado su cofundadora, Jane Poynter, durante una entrevista con The Cool Down, la compañía ha detectado que hay interés en este tipo de enlaces. «Ya hemos tenido personas que quieren ser el primer matrimonio en el espacio, así que veremos quién es el primero», comenta.
Pero… ¿Y cómo lo harían? Poynter no ha ido tan lejos en sus declaraciones, pero lo de los casamientos cósmicos quizás no resulte tan extraño si tenemos en cuenta a qué se dedica Space Perspective. Replicando sus propias palabras, lo que quiere la startup estadounidense es «llevar los viajes espaciales a un nuevo nivel». Y se plantea hacerlo con ayuda de su peculiar concepto de nave especial, la Spaceship Neptune, un cápsula diseñada para elevarse con ayuda de un globo de hidrógeno, el SpaceBalloon.
Sus responsables recalcan que el enfoque es distinto al de los viajes que pueden ofrecer Blue Origin, Virgin Galactic o Axiom Space. «La nave Netpune se eleva al espacio con nuestro globo, propulsado por hidrógeno renovable, sin cohetes ni la huella de carbono asociada —explican desde la firma—. En lugar de despegar, nos elevamos a 12 mph, haciendo la experiencia accesible a cualquier persona apta para volar con una aerolínea comercial».
Grandes vistas, grandes precios. Claro está, la cápsula tampoco se parece al interior de una nave convencional. Al menos si nos fiamos de los renders publicados por la compañía, que muestran un habitáculo con muebles y una decoración cuidada. La Neptune integra nueve asientos reclinables para ocho pasajeros y un piloto, ventanas panorámicas de 360º, conexión Wi-Fi e incluso una barra para servir refrescos. Al describir su diseño, la propia Space Perspective desliza que el mobiliario «puede reconfigurarse para adaptarse a un evento especial, como una cena para dos o una boda».
Una experiencia única a cambio de un precio no apto para todos los bolsillos. Si quieres comprar un billete para disfrutar de uno de sus viajes de seis horas tendrás que pagar 125.000 dólares. Al menos ese es el valor que se deslizó en 2021, cuando la compañía abrió reservas. El sábado The Cool Down iba un poco más allá y apuntaba que se habrían vendido ya más de 1.200 pasajes. En cuanto al cronograma, avanza que los primeros vuelos se prevén para finales de 2024.
Pero… ¿Son realmente espaciales? Si bajamos al detalle, lo que propone la compañía es elevarse durante dos horas a bordo de la cápsula Neptuno hasta alcanzar los 100.000 pies, equivalente a unos 30,5 kilómetros. Allí permanecería otras dos horas antes de iniciar el trayecto de descenso.
Las vistas probablemente resulten fascinantes, pero lo cierto es que la altura que plantea la compañía queda lejos de la línea de Kármán(100 km), habitualmente considerada la frontera del espacio. No alcanza siquiera la altitud de 50 millas, los 80 km a partir de los que comienza el espacio para la NASA. Lo que reivindican desde Space Perspective es que su cápsula logra situarse «por encima del 99% de la atmósfera terrestre».
Un negocio disputado. Si algo demuestra las consultas recibidas por Poynter o la repercusión que alcanzó el enlace de Dmitriev y Malenchenko en 2003 —su boda se celebró después de que prolongasen la misión del novio— es que la perspectiva de los eventos cósmicos puede resultar un negocio interesante. Y Space Perspective no es la única que aspira a rentabilizarlos. Más allá de Blue Origin, Virgin Galactic o el resto de compañías que tienen la vista puesta en el turismo espacial, ya hay startups que plantean ofrecer experiencias diferentes en el espacio.
Ejemplo bueno y reciente es el de Zephalto y el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia, que acaban de asociarse para ofrecer vuelos de lujo en globos estratosféricos. Su enfoque es similar al de Space Perspective: usar un globo lleno de hidrógeno o helio y una cápsula presurizada para ascender a unos 25 kilómetros. Su objetivo es combinar la gastronomía gala y los viajes a grandes altitudes para ofrecer una experiencia única a partir de 2025… Eso sí, a cambio de 120.000 euros por pasaje.