La historia parecía sencilla: mientras los neandertales habitaban y prosperaban en Europa, los Sapiens modernos evolucionaron en África. Hace unos 45.000 años, estos últimos se expandieron por todo el mundo y el resto de especies humanas… desaparecieron sin dejar más que un puñado de rastros.
El problema es que, como suele ocurrir, la historia real no tiene nada de sencilla.
Un misterio inexplicable. Hace unos años, en la cueva francesa de Mandrin en el valle francés del Ródano, se encontraron un molar humano y diversas herramientas que parecían hechos por humanos modernos. ¿El problema? Que tenían 54.000 años y eso no era posible.
Según se pensaba los humanos modernos habían llegado a Europa unos 10.000 años después. ¿Qué estaban haciendo allí esos restos y esas herramientas? Tras analizar la cronología, los investigadores descubrieron que, efectivamente, parecía haber una pequeña ocupación de sapiens modernos. Antes y después de esa ocupación, había comunidades neandertales.
¿Tiene sentido eso? ¿No se habría contaminado el yacimiento? Ahora, un equipo de investigadores ha analizado varias herramientas de piedra de distintos yacimientos para descubrir que la expansión de los humanos modernos se produjo en tres oleadas migratorias distintas. Es decir, que durante miles de años las dos especies convivieron en (mayor o menor) armonía.
Un hilo invisible. A veces, por muy evidentes que sean las cosas, no te das cuentas de lo parecidas que son las cosas hasta que las pones una junta a la otra. Eso es lo que ha hecho Ludovic Slimak, arqueólogo del Centro Nacional para la Investigación Científica: comparar la tecnología lítica del yacimiento libanés de Ksar Akil con los yacimientos de la cueva de Mandrin.
Según Slimak, entre ambos yacimientos (cada uno a un lado del Mediterráneo) hay importantes equivalencias desde el punto de vista técnico y cronológico. Algo que sugiere que la llegada de los sapiens no fue uniforme. La de Mandrin parece ser una pequeña colonia sapiens moderna en mitad del territorio neandertal y está conectada por un hilo invisible con el resto de comunidades sapiens del Mediterráneo.
Doce mil años de convivencia. Eso ocurrió hace unos 54.000 años. Las siguientes oleadas fueron hace unos 45.000 años y la última y definitiva hace 42.000. Todas se pueden rastrear por la tecnología y dan una imagen nueva muy alejada del aparente genocidio: una tupida red de comunidades de ambas subespecies en Europa que se extendieron hasta 12.000 años y que, según todos los indicios, convivieron e intercambiaron tecnologías (y otros rasgos culturales).
Una larga historia triste. Eso quiere decir que, a diferencia de lo que se pensaba hasta hace pocos años, el proceso de ‘sustitución’ de los neandertales no fue rápido, sino una larguísima historia que ha dejado sus restos en nuestro ADN.