Las vacaciones ilimitadas son una tendencia al alza en Estados Unidos, donde cada vez más empresas las ofrecen como beneficio a sus empleados. Una política laboral que suena a ambrosía pero que podría estar preñada de veneno, según apuntan diferentes fuentes, ya que puede ser el germen de una mayor desigualdad entre los empleados, crear mal ambiente laboral y provocar que, paradójicamente, los trabajadores descansen menos.
Sobre el papel, este beneficio supone que los trabajadores tienen total libertad tanto para configurar sus vacaciones a su gusto como para coger tantos días como deseen, con la única limitación de que deben coordinarse con el resto de compañeros de su equipo o de la empresa para asegurar que el negocio sigue adelante sin notar su ausencia, como ya explicamos en Xataka.
Sin embargo, esa libertad total puede, en realidad, encadenar al profesional, ya que al no disponer de un número fijo de vacaciones y al vincular los descansos a la buena marcha del negocio, se sentirá presionado para no cogerlas si hay mucho trabajo por hacer, lo que puede desembocar en que finalmente goce de menos días de asueto de los que tendría en el caso de que estuviesen fijadas de antemano. De hecho, la consultora de recursos humanos Namely señala que los trabajadores de empresas que ofrecen este beneficio en Estados Unidos cogen menos días libres (13 de media al año) que aquellos que tienen un número limitado asignado (15 días).
La revista especializada en temas empresariales INC afirma, directamente, que se trata de un engaño publicitario, en el que la apariencia de mayor tiempo libre enmascara una política que fomenta la competitividad entre los empleados para que cojan menos días de vacaciones. Porque, a la hora de ascender o subir el sueldo, ¿a quién tendrán más en cuenta los jefes? ¿Al empleado que ha estado tres meses fuera o al que ha trabajado durante todo ese tiempo para conseguir los objetivos de la empresa?, pregunta la publicación.
La BBC también ha tratado el tema, y algunas de las fuentes que consultaron señalaban que la medida crea ansiedad, estrés y confusión entre los trabajadores, en especial en aquellas empresas en las que los superiores no comunican bien este tipo de beneficio, ya que los empleados a menudo se preguntan cuál era el número de días adecuado y tienen miedo de coger de más.
Otro de los efectos intimidantes que provoca esta medida en las plantillas es que compañeros y jefes acaben teniendo una mala opinión del profesional, al considerar que coge demasiadas vacaciones, o que se toma esos descansos en momentos inoportunos, como en picos de trabajo en los que todos están muy cargados de trabajo, según Thrillist.
Los defensores
De esta manera, las vacaciones ilimitadas, que sobre el papel parecen una medida para mejorar las condiciones laborales, se convierten, en cambio, en el germen de la desigualdad entre empleados (los que trabajaban más vs. los que descansan más), lo que hace que, irremediablemente, el ambiente laboral empeore y puede desembocar en que todos trabajen más para no ser juzgados por sus compañeros como vagos y tener las mismas opciones que los demás de cara a ascensos y subidas de sueldo.
Los que defienden esta medida, en cambio, señalan que esas malas prácticas denotan que algo ya no estaba funcionando bien en las empresas en las que suceda con anterioridad, ya que evidencian actitudes tóxicas en el trabajo que, de una forma u otra, iban a salir a flote.
Y explican que en las empresas con un fuerte liderazgo y una buena cultura empresarial, donde cada uno entienda las necesidades de descanso de los demás y las propias, con jefes que guíen a los empleados en este sentido, el beneficio de las vacaciones ilimitadas funciona sin problemas.