Piensa en un presidente de Estados Unidos cuando estuvo en su cargo e imagina alguna situación en la que lo viste conduciendo. Si te cuesta encontrar esa imagen es porque seguramente no existe, a excepción de uno. Y es que, a los presidentes de Estados Unidos no se les permite conducir automóviles mientras están en su cargo.
La razón por la que no pueden operar vehículos motorizados en carreteras abiertas no es otra que la política de seguridad aplicada por el Servicio Secreto, el brazo de seguridad del gobierno encargado de la seguridad de quienes ocupan los cargos públicos más altos del país. No se les permite conducir un auto, tan solo pueden ir como pasajeros con un agente entrenado en maniobras evasivas al volante. Una norma que también se aplica a los miembros de la Cámara y el Senado de Estados Unidos.
Hace unos años, lo revelaba el expresidente George W. Bush en el programa Jay Leno’s Garage, quien decía que lo que peor llevaba era no haber conducido un automóvil en una vía pública en casi 25 años.
También Joe Biden contó en Car and Driver en 2011 sobre su amor por los automóviles, lo que le llevó a admitir lo único que realmente no le gustaba de ocupar su cargo: tener prohibido operar un vehículo motorizado.
Obama incluso intentó salir de la Casa Blanca con un Chevy Volt, pero los agentes de seguridad fueron lo suficientemente rápidos para cerrar las puertas y que no condujera porlas calles públicas de Washington.
La excepción a la norma la encontramos cuando los altos mandos se encuentran en su propiedad privada, momento en que sí pueden, como en los casos de Ronald Reagan, Biden o George W. Bush tras sus pasos por el cargo, y entonces sí, se subieron a autos en sus respectivos ranchos.
Por cierto, también pueden subirse a un carrito de golf, lo cual también está permitido (Trump es la primera imagen que nos viene a la mente).
Se podría decir que la norma siempre ha estado ahí, pero seguramente, el asesinato de John F. Kennedy en 1963 fue un punto de inflexión en el requisito de seguridad de por vida. De hecho, Lyndon Johnson fue el último presidente en conducir en la vía pública, y lo hizo porque logró evadir la política en 1964 y, según el historiador presidencial y profesor de la Universidad de Texas H.W. Brands, iba entre 75 y 85 mph cerca de su casa en Texas.
Es más, en un momento dado, su conducción incluso obligó a un vehículo de peatones a salirse de la carretera. Una acción que puso de los nervios a mucha gente y que se ha procurado que no ocurriera nunca más.
Y recalcamos, se trata de una norma, no una ley, pero el servicio secreto la hace cumplir estrictamente y todas las partes parecen adherirse a ella desde entonces.