Muchos de los cafés temáticos de Japón se centran en un buen puñado de extraños quehaceres para mantener a sus clientes ocupados y entretenidos, como hacerte amigo de una sirvienta robot, jugar con gatos o admirar un mundo recreado de Cowboy Bebop. Pero en Tokio existe un café aún más singular. Un establecimiento ubicado en el distrito Koenji que ha estado causando revuelo desde su apertura porque realmente sí tiene una fórmula para mantenerte ocupado de verdad.
Se llama The Manuscript Writing Cafe y está destinado a aquellos que tengan que realizar tareas con deadlines o fecha límite. Pero ojo, que esta no es solo la temática del café, ¡son sus reglas reales! Hasta que no cumplas tu deadline no te dejarán salir de él.
Desde que la pandemia azotó al mundo, muchos de los teletrabajadores del planeta nos hemos visto obligados a contemplar una pared cubierta de Post-it de lunes a viernes. Algunos días el tiempo avanza lentamente, al ritmo de nuestros dedos golpeando el teclado. Pero otros, el tiempo parece empequeñecerse, sobre todo cuando tenemos fechas límite.
Manuscript Café podría ser la solución a esta espiral de agobios. Ubicado en el barrio bohemio de la capital japonesa, tiene capacidad para solo 10 personas, rodeándote con cálidas paredes de ladrillo y una extraña barra, adornada con diferentes bebidas. Viene equipado con todas las herramientas que necesita un escritor: café, WiFi, cargadores, enchufes y más café para que tu cuerpo nunca tenga la oportunidad de diluirlo.
El interior está decorado como un bar informal. Pero lo más importante es que viene con una pequeña advertencia: «El Manuscript Cafe solo permite la entrada a personas que tienen una fecha límite para escribir. Es para mantener un nivel de concentración y una atmósfera tensa. Gracias por su comprensión».
Estas son algunas de las normas:
1. Al ingresar al local, anote en el mostrador de recepción cuántas palabras y hasta qué hora tienes para escribir tu texto.
2. El gerente le preguntará cada hora cómo va su manuscrito.
3. No se le permite salir del café hasta que haya terminado de escribir su proyecto de escritura.
Dentro, los clientes escriben frenéticamente en sus ordenadores, todos animados por la sensación colectiva de estrés por la fecha límite. El personal no les dejará irse hasta que hayan terminado sus tareas del día o el café cierre, lo que ocurra primero. Aparentemente, los clientes pueden elegir diferentes «cursos» en términos de la rigurosidad con la que el personal verifica su progreso. Por ejemplo, un curso «S» hace que le metan prisa bastante agresivamente, y un curso «M» hace que lo hagan de manera más suave.
Según este artículo de Vice, un registro leve generalmente consiste en «¿Cómo vas?»; con un rango normal «Te queda una hora, ¿verdad?» a “¿Has terminado? Pues vas muy mal.» Para los procrastinadores empedernidos, «duro» por lo general implica unas pocas palabras de vergüenza o enfado.
Con esas reglas, es fácil sentir la tensión y la impaciencia del ambiente. La «escritura de manuscritos» en el local incluye «trabajo de traducción», «redacción de propuestas», «trabajo de maquetación», «procesamiento de imágenes», etc, lo que indica que atienden a una amplia gama de escritores con proyectos por terminar.
Después de las sesiones, los clientes han completado en dos horas una tarea que normalmente les llevaría días cuando se sentían improductivos. «Creo que lo más importante es el hecho de que todos se concentran en una tarea, lo que te hace sentir que también necesitas trabajar. Todos trabajan en algo diferente, pero el objetivo es el mismo: cumplir con la fecha límite», explicaba el dueño del café. Si de algo estamos seguros, es que la cultura del teletrabajo está desafiando cualquier lógica existente.