El Papa Francisco parte en sus reflexiones sobre Cuaresma y el Camino sinodal desde el episodio evangélico de la Transfiguración en el monte Tabor: “En este tiempo litúrgico, el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aùn cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a ‘subir a un monte elevado’ junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis”.
Distanciarse de las mediocridades
El Santo Padre señala que “debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades”. “Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”.
Jesús lleva a tres discípulos al Tabor: “A Jesús hemos de seguirlo juntos”, subraya Francisco. Al final de la subida, los tres discípulos pueden verlo resplandecer con luz sobrenatural. La subida a la montaña es “exigente”, pero “el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena”. “También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino”.
Evitar el inmovilismo
“La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas –indica el Papa Francisco–; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo”. Y, por lo tanto, “de manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada”.
Hay dos senderos sugeridos por Francisco para “subir junto a Jesús y con Él llegar a la meta: escucharlo y afrontar la realidad con sus luchas cotidianas, sus dificultades y contradicciones”. Jesús habla en la Palabra de Dios que la Iglesia ofrece en la Liturgia, y que no debemos dejar “en saco roto”, por lo que “si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet”.
Bajar a la llanura
Dios habla a través del resto de miembros de la Iglesia, pero hay que llevar el mensaje a los demás. Por eso, el Papa advierte contra el refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios con la recomendación de “no engañarnos pensando que hemos llegado al camino sinodal cuando Dios nos regala algunas experiencias fuertes de comunión”. Por eso el camino sinodal nos pide que “bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades”.