Si algo nos ha enseñado la sucesión de crisis económicas que hemos vivido en este último cuarto de siglo es que la economía doméstica afecta a las relaciones familiares, es decir, a cómo los humanos nos organizamos en la más pequeña de las unidades sociales con las que contamos, la familia.
Ahora sabemos un poco mejor cómo afecta la economía a gracias al trabajo de un equipo internacional de economistas. Analizando a un grupo de ganadores de la lotería sueca, los investigadores no sólo comprobaron que ganar estos premios afectaba a la formación y disolución de familias, sino que afectaba de forma distinta a hombres y mujeres. El estudio en cuestión ha sido publicado como un documento de trabajo, por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER), un centro de investigación estadounidense dedicado al análisis económico. Es decir, la investigación aún no ha sido revisada por pares. Su intención, se explica en el documento, es su discusión y comentario.
El trabajo analiza matrimonios y divorcios (respectivamente según si el premio le toca a alguien soltero o casado), y fertilidad (en este caso independientemente del estado civil) a corto, medio y largo plazo (a dos, cinco y diez años vista) de los ganadores de distintos sorteos de lotería en Suecia. El análisis observa que ganar premios de lotería hacía que aumentara la probabilidad de casarse y de tener hijos (independientemente de si había boda de por medio), así como un efecto en los divorcios indistinguible de cero.
Pero los autores destacan de sus resultados el desglose por género. El motivo es que, si bien al considerar solo a los hombres los resultados son semejantes a la media al corto y medio plazo, los resultados eran distintos en el caso de las mujeres.
En el caso de los hombres, unas ganancias en la lotería de un millón de coronas suecas (unos 90.000 euros al cambio) implicaban un aumento de las probabilidades de matrimonio del 30% a medio plazo (cinco años). Ganar la lotería también implicaba menor probabilidad de divorcio a medio y largo plazo para los hombres.
Ganar la lotería también aumentaba su fertilidad: un millón de coronas implicaba un promedio de 0,056 niños más en un periodo de 10 años, un cambio pequeño pero significativo.
En cambio, las mujeres agraciadas de la muestra no cambiaron su conducta con respecto a la formación o ampliación de familias, al menos de manera significativa. Aunque los resultados promedios también mostraban tendencia hacia casarse más y tener más hijos, la diferencia con respecto a la población general no era significativa. Donde sí apareció una diferencia significativa fue en el divorcio a corto plazo: Ganar la lotería hacía que las probabilidades de divorcio de las mujeres suecas aumentaran a corto plazo. Eso sí, a medio plazo el impacto volvía a hacerse indistinguible del promedio sueco, para desaparecer a los 10 años.
Los resultados de la lotería sirven a los economistas para analizar los resultados de la riqueza evitando algunos sesgos por variables correlacionadas con el dinero que ganamos. Al ser las loterías aleatorias pueden evitarse parte de éstos sesgos.
Los investigadores recurrieron a tres tipos de sorteos de lotería realizados en Suecia que dejaron una muestra de 86.768 premios a personas entre 18 y 44 años que los investigadores utilizaron. Además del género, los investigadores controlan algunas otras variables como nivel de educación, edad o el número de hijos al momento de ganar el premio. Abrir la discusión
Los resultados presentados tienen un punto de provisionalidad. Como se señala en el trabajo de investigación, el trabajo aún no ha sido revisado por pares y está abierto al comentario de la comunidad científica. Un detalle, que, por ejemplo escapa al análisis es el peso en los resultados de los matrimonios homosexuales.
Los resultados son consistentes con la idea de hipergamia, la idea de que los matrimonios (heterosexuales) tienden a producirse entre un hombre con mayor estatus socioeconómico y una mujer con menos recursos, algo nada sorprendente si tenemos en cuenta que los hombre tienden a poseer mayores ingresos y recursos que las mujeres.
“Tales impactos diferenciales pueden aparecer por una variedad de razones, por ejemplo porque existe una fuerte norma social idealizando al cabeza de familia varón”, explican los autores en referencia al hecho de que tales resultados solo pueden aparecer como resultado de diferencias en la utilidad generada por el matrimonio para uno y otro sexo. Todo esto pese a que Suecia es uno de los países con menor desigualdad socioecnolómica de género del mundo. El país nórdico lleva al menos desde 2016 alternando entre el primer y el segundo puesto en el ranking basado en el glass-ceiling index de la revista The Economist. Índice y ranking tratan de medir “el rol y la influencia de las mujeres” en el contexto laboral y tienden a estar copados por países nórdicos.
Lo que parece que podemos extraer de este trabajo es que pese a todos los avances en los últimos siglos parece que algunas “verdades universalmente admitidas” no han cambiado tanto desde los tiempos de Jane Austen.